A punto de graduarme y luego de seis años de carrera universitaria, todavía me quedan miles de interrogantes. Todos llegamos a un punto en nuestras vidas, en el que empezamos a replantear los escenarios posibles conforme las decisiones que tomamos a nivel profesional y la actitud que requerimos frente a cada una de ellas.

Para tomar estas decisiones podemos ser analíticos, impulsivos, razonables, intuitivos o pasionales. Podemos arrepentirnos tanto por las decisiones que tomamos como por aquellas que nunca nos atrevemos a tomar. A veces las alternativas son tantas que se convierten en un laberinto sin salida o simplemente tomamos decisiones con base en lo prioritario para los demás. A la final, cada una de ellas debería ir en armonía con el querer, sentir y pensar de cada uno de nosotros.

Liliana Llamas es una socióloga experta en guiar en la toma de estas decisiones y me ha aclarado un poco algunas dudas. Nos plantea una primera esfera de análisis que tiene que ver con el mundo externo: todo aquello que nos rodea y una segunda esfera sobre quienes somos: lo que tenemos dentro, de qué estamos hechos. Debemos analizar entonces en conjunto qué carreras, cursos, oficios o profesiones existen y qué involucran. Qué espero sobre cada una de estas sin dejar del lado que el mundo evoluciona tan rápido, que lo tradicional poco a poco es remplazado. Debemos saber que no existe solo una cosa que nos llame la atención, nos guste o para lo que seamos buenos. No podemos tomar esta decisión como si fuera una carta de un restaurante únicamente con las cosas que nos gustan sino una proyección a un corto mediano plazo sobre cómo nos vemos a futuro y lo que eso requiere, desde las materias más generales y que creemos aburridas.

Muchos crecemos pensando que esta decisión es única e inmodificable, sin darnos cuenta de que tenemos el derecho y la libertad de cambiarla, mejorarla o abandonarla, así como cambiamos y mejoramos nosotros y las circunstancias, por eso las decisiones pueden ser flexibles. Para identificar cada etapa y aptitud, es importantísimo reconocer cómo soy, qué quiero, qué me resulta fácil, qué me hace feliz y sus respuestas son infinitas, siendo todas correctas.

Otra de las preguntas principales que nos debemos hacer va de la mano con el espacio en el que desarrollamos nuestra profesión, por ello saber en dónde nos sentimos a gusto y con quién o en qué lugares nos forzamos a estar. Por último, entender que ninguna carrera, profesión u oficio; por más minuciosa y analizada sea la decisión, es perfecta y probablemente conlleve algún sacrificio y en el camino algunas derrotas.

Procuremos estar prestos a encontrar aquello que hace que nuestros ojos brillen cuando hacemos lo que amamos y entendamos, que inclusive en una completa independencia y libertad, siempre vamos a estar atados a algo: los resultados de nuestras decisiones. Abrácenlos y atrévanse a hacer de su profesión un espacio seguro y feliz recordando que los títulos no te dan grandeza sino la responsabilidad de ser ejemplo y aportar a una sociedad que añora profesionales de calidad y mejores seres humanos. (O)