El pasado viernes, en Montevideo, Uruguay, tuvo lugar un hecho de gran trascendencia para la mujer latinoamericana y, sobre todo, para los y las ecuatorianas conscientes del inmenso legado que recibimos de nuestra ilustre pionera, la Dra. Matilde Hidalgo Navarro de Procel, cuya trayectoria ha quedado inmortalizada al colocar su busto junto a los de grandes figuras de la historia latinoamericana.

De ese modo, Aladi, Asociación Latinoamericana de Integración, resalta sus méritos de incansable luchadora por la reivindicación de la mujer y, particularmente, la conquista del voto femenino, suceso de gran repercusión continental, gracias al cual nuestro país figura en el contexto mundial como el primero de América Latina donde se aprobó y ejerció este derecho constitucionalmente implícito en la Carta Magna de 1906, que ella validó en la ciudad de Machala.

Matilde Hidalgo Navarro, la primera médica del Ecuador, a un siglo de su hazaña

No se trataba de un capricho, sino de la convicción de su derecho a sentirse parte de una sociedad donde la mujer no debía seguir siendo excluida sino integrada a la marcha del país.

No se trataba de un capricho, sino de la convicción de su derecho a sentirse parte de una sociedad...

Desde los inicios del siglo XX Matilde venía rompiendo prejuicios al matricularse en un colegio de varones de su Loja natal (1908) para ser bachiller y poder ingresar a la universidad, derecho que se le negó (1914), por considerar que la Medicina era una ciencia reservada a los hombres. Aunque había mujeres estudiando Farmacia y Obstetricia en la U. Central, esa no era su meta y marchó a Cuenca, donde venciendo desprecios logró una licenciatura por la Universidad del Azuay (1919), y con ese título volvió a Quito, graduándose de Doctora en Medicina el año 1921, inscribiendo su nombre como la primera médica del Ecuador.

Matilde Hidalgo es desmitificada en la muestra ‘Irruptoras’ de la Universidad Central (Quito), que destaca 100 años de lucha colectiva de las mujeres por más oportunidades

Pero el ideal común de aquella época hermanaba a las mujeres de varios continentes en la necesidad de integrarse a la sociedad en igualdad de derechos y deberes, lo que significaba conquistar otro nivel, al que únicamente se podría acceder cuando la mujer obtuviese la aprobación del sufragio. Elegir y ser elegida, a fin de participar directamente en los asuntos de la patria, hecho que inmortalizaría y volvería trascendente a nuestra Matilde en 1924, cuando en vísperas de los comicios, y estando en el octavo mes de embarazo de su primer hijo, acudió a inscribirse y reclamó el derecho que constitucionalmente la asistía.

La prensa nacional reseñó este hecho inusitado en caracteres de primer plana y el Consejo de Estado sometió a consideración de eminentes juristas el reclamo, dándole la razón a la Dra. Matilde Hidalgo Navarro de Procel. Fue la primera sufragista de América Latina. Su filosofía de lo que por entonces se entendía por feminismo era muy clara, primero saberse orgullosamente mujer, esposa, madre, ciudadana y, luego, sin importar el lugar donde residieran, juntos, hombres y mujeres, integrarnos y empeñarnos en la construcción de sociedades equitativas, donde los conceptos de igualdad y justicia prevalezcan por sobre otro tipo de intereses. Por eso el homenaje que Aladi ha rendido a nuestra heroica pionera nos honra y compromete a integrarnos en un profundo sentimiento de solidaridad latinoamericana por el bien y el futuro de nuestros pueblos. (O)