El ministro del Interior, Juan Zapata, en una entrevista televisiva, al referirse al problema de la migración irregular señaló que “muchas de las personas que lastimosamente caen bajo las garras de estos criminales no son personas que están en el eje de la miseria o que no tienen opciones de salir. Lo hacen inclusive por una tradición de que la familia salió”. Sin duda se trata de una declaración desafortunada, que llama profundamente la atención y que, en lo simbólico, se convierte en una bofetada que un alto miembro del Gobierno nacional propinó a ese grupo de pobres que, como desheredados del sistema y huérfanos de apoyo, se ven forzados a abandonar sus raíces y salir del país para buscar una posibilidad –en la gran mayoría incierta– de una mejor vida, aunque para ello se llegue incluso a la fractura del núcleo familiar con todos los costes e implicaciones que ello termina expresándose en una sociedad enferma y vacía en valores.

‘La imposición de visas para ecuatorianos en algunos países como México y Guatemala, desde el 2021, ha provocado que la migración irregular se incremente en otras rutas’

Y es que la migración irregular no se la puede explicar livianamente como una respuesta a una tradición familiar, sino, por el contrario, como una gran tragedia que se presenta producto de la pobreza, indigencia, exclusión e iniquidades sociales que atrapan a un amplio sector de la población, al que sistemáticamente se le conculcan derechos dada la inacción de un Estado, sometido a los mandatos de la mercadolatría, que ha sido y es incapaz de corregir desigualdades y generar políticas públicas que ofrezcan oportunidades a la gente, indistintamente de su condición económica, social, política, etc.

¿Cómo podríamos explicarles, por ejemplo, a los familiares de los ecuatorianos ahogados en las torrentosas aguas del río Bravo en la frontera entre México y EE. UU., que su hijo, padre, madre, hermano, tío, etc., tomó la decisión de migrar no por la desesperación que representa estar desempleado, sino que obedeció a un impulso irresistible de atender a su carácter nómada?

(...) la migración irregular no se la puede explicar livianamente como una respuesta a una tradición familiar...

Pero ahí están los migrantes, soportando estoicamente no solo el olvido del Estado, sino también las explicaciones o lecturas que se hacen desde el oficialismo frente al infortunio que representa ser ‘expulsado’ de la tierra natal.

En el caso del Ecuador, con el sudor, las lágrimas y ahorro de nuestros migrantes la economía nacional se ha podido alimentar de manera importante. El flujo de remesas al comparar el 2019 (año prepandemia) y la proyección al 2022, reporta un incremento del 38,15 % al pasar de 3.235 a 4.468 millones de dólares que han sostenido al sistema de la dolarización. ‘Bendita tradición’.

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De su parte, el régimen que interpreta a su gusto y sabor las cifras estadísticas destaca que ha crecido el empleo pleno y que el desempeño de la economía casi que es un ejemplo de manejo eficiente en la región. Pero lo que no se dice es que, de octubre a noviembre de 2022, la población económicamente activa (PEA) se redujo en 297.505 personas, lo que representa un decremento del 3,43 %. Sin duda, una parte de ese grupo humano está ahora en calidad de migrante aportando no solo a la economía nacional sino también –y paradójicamente– utilizado para crear ilusiones numéricas desde el poder. (O)