Cuenta la leyenda que Narciso, un joven talentoso y bello por quien hombres y mujeres se sentían atraídos, vanidoso y fatuo, tenía tanta soberbia que un día mientras veía su imagen en las aguas de un estanque, enamorado de sí mismo, intenta atrapar, acariciar, poseer su propio reflejo, y al no poder hacerlo se frustra tanto que termina suicidándose. El narcisismo es una característica común de los políticos latinoamericanos y de muchos de los personajes públicos ecuatorianos.

En el siglo XIX Juan Montalvo ponía en evidencia al dictador Veintemilla, hombre que había acaparado todos los poderes bajo un disfraz constitucional luego de un comienzo auspicioso y que, prevalido del respaldo de militares y políticos aduladores, agredía persistentemente y perseguía a sus opositores. Incapaz, el dictador, de comprender que hubiera gente que no lo amara, todos los eventos de la sociedad ocurrían por odio o afecto a su persona. Narciso emblemático que gustaba de presumir lo que comía, lo que vestía y los lujos de su vida.

Precandidatos presidenciales en Ecuador van en busca de alianzas o coaliciones, figuras que han sido coyunturales y que solo se han dado por intereses políticos

La política electoral requiere de escenarios en que los candidatos se exhiban y en que los estrategas profesionales de los mercados de votos detrás de cada campaña promuevan los nombres de quienes los contrataron. Cada jornada de promoción produce, para el consumo público, la sensación de afecto popular. Cada candidato o candidata mira su imagen sonriente aclamada por personas que para los efectos de la publicidad divulgan sus virtudes. La ficción de la campaña, a veces, cuando hay victorias electorales, se convierte en realidad para el Narciso aupada por la materialidad del poder y entonces, ha ocurrido varias ocasiones, que quienes fueron jóvenes llenos de pasión por ideales, se transfiguran en caricaturas napoleónicas sedientas de gloria y terminan convertidos en otros Veintemillas. Montalvo lo describía como aquel cuyo “corazón no late: se revuelca en un montón de cieno. Sus pasiones son las bajas, las insanas; sus ímpetus, los de la materia corrompida…”.

Decisiones políticas complejas y a prisa

La multiplicación de candidaturas y la dispersión electoral en la derecha y en la izquierda no son buenas noticias para nadie.

La sociedad ecuatoriana atraviesa por una de las crisis más dramáticas de su historia. A los problemas históricos caracterizados por la agudización de la inequidad y el agravamiento de la pobreza, se ha sumado ahora la erosión de las capacidades del Estado para proveer el servicio mínimo que justifica su existencia en una sociedad organizada: seguridad para las personas. Parecería que éste es el momento en que las personas con capacidad de producir decisiones piensen en el conjunto, admitan sus limitaciones y avisoren la posibilidad de ceder aspiraciones y vanidades a cambio del bien común. Esto es pertinente a cualquiera de las tendencias ideológicas del escenario político. La multiplicación de candidaturas y la dispersión electoral en la derecha y en la izquierda no son buenas noticias para nadie. Hacer concesiones, producir consensos, afirmar ideologías como base para la producción de propuestas conjuntas de política pública, antes que avivar figuras personales, puede ser un principio de solución a los graves problemas que vivimos, y evitar el suicidio narcisista generado por intentar hacer universal el amor a la propia imagen. (O)