En mi columna del mes pasado comentaba algunos temas que me parecían destacables de las entrevistas al papa Francisco que se publicaron en medios argentinos con motivo de cumplirse los diez años de su pontificado. Era una novedad porque hasta entonces Francisco no había dado ningún tipo de entrevista a medios de su país (antes y después lo había hecho, pero muy pocas veces).

El jueves 25 de mayo, justo antes de una gripe por la que suspendió todas sus actividades, Francisco concedió otra entrevista, esta vez al canal Noticias Telemundo. Es la última –por lo menos hasta hoy– y esta vez el periodista fue Julio Vaqueiro (solo hay que poner algunos de estos datos en el navegador de internet para verla completa por streaming). Al final, antes de despedirse, Vaqueiro le pidió un consejo para la profesión. El papa le dijo algo que quiero resaltar porque es una de las descripciones más cabales del periodismo: sean poetas. Poetas quiere decir creativos. El periodista no puede ser una máquina, un papel carbónico que diga matemáticamente lo que pasó. Un periodista tiene que ser creativo, creativo respetando la verdad, la realidad.

Decir la verdad es la obligación esencial del periodismo. Todas las demás características de la profesión pueden ser discutibles y también pueden mutar o tener escalas diversas. La verdad, en cambio, no tiene escalas ni es negociable. Pero lo notable en los dichos de Bergoglio es que los periodistas deben ser poetas. Gran cosa, porque alguno se imaginará que los poetas no respetan la verdad y eso no es así. Los poetas –y todos los artistas– buscan la verdad, lo que pasa es que la buscan a su modo y cada uno la expresa con su estilo, que suele ser mucho más accesible para las audiencias. La verdad de los artistas no es ni más ni menos verdad que la de los científicos, de las religiones o de los jueces. Es solo otro modo de decirla, pero además, en el caso especial del periodismo, su misión es saciar las urgencias de verdad de todo ser humano.

La realidad, la historia, lo que pasó... no se puede cambiar. Pero sí se puede cambiar el relato de la historia...

El papa agrega lo de respetar la realidad, que es todo un dato. La realidad, la historia, lo que pasó... no se puede cambiar. Pero sí se puede cambiar el relato de la historia (que por desgracia también llamamos historia) y hay muchos modos de contarla sin faltar a la verdad, tantos como personas lo cuenten. Cuando Francisco nos pide a los periodistas que seamos poetas, nos ruega que respetemos la realidad y que a la vez la hagamos atractiva, interesante, apetecible. Lo sabemos los que nos dedicamos a esta profesión, pero es genial que lo diga el papa a todo el mundo y con esas palabras tan claras.

Desde la época de Aristóteles los filósofos sostienen que para decir la verdad primero tenemos que saberla; por eso la definen como la adecuación del pensamiento a la realidad. El que la ignora pero igual la cuenta es un necio; y el que la conoce pero miente es un cínico.

Ya decía Ryszard Kapuścinski que los cínicos no sirven para este oficio. Pero tampoco sirven los necios: ni los necios, ni los cínicos pueden ser periodistas. (O)