La incestuosa relación entre la frustrada ambición correísta y el rencor indígena ancestral generó el parto de los páramos. Sus hijos: terrorismo, vandalismo, saqueo, pillaje, incendio de cultivos, paralización petrolera, de servicios vitales y desestabilización política, etcétera; bajo el pretexto de una protesta social contra la subida del precio de los combustibles y el ejercicio del legítimo derecho a la resistencia, mediante movilizaciones, durante 11 días, en octubre del 2019, dejaron por todo el país tras de sí, casi una decena de fallecidos, cientos de heridos, militares y policías secuestrados, y millones de dólares de pérdidas.

Sembraron el terror en toda la Sierra y particularmente en la ciudad de Quito, sede del Gobierno. Invadieron sus calles y plazas. Ultrajaron a sus habitantes. Destruyeron su ciudad. Parcialmente lo lograron en la Costa. A Guayaquil no pudieron entrar. La decidida actitud de sus pobladores y de sus líderes los devolvió al páramo de donde venían. Pretendían la desestabilización del Gobierno y un golpe de Estado.

La Comisión de Garantías Constitucionales, integrada por sus afectos, ha recomendado, por unanimidad, al Pleno de la Asamblea, que conceda amnistía para 260 de ellos. A favor de: Leonidas Iza, y Jaime Vargas, Marlon Vargas Santi y Severino Sharupi de Pachakutik. La prefecta Paola Pabón, Virgilio Hernández, Yofre Poma, Cristian González, todos de las filas del correísmo. A 27 procesados por la quema de la sede de la Contraloría General del Estado. Todos ellos amparados en el marco del indefinido delito político en la Constitución política, como “defensores de los derechos de la naturaleza”, otros como “defensores de la justicia indígena” y los demás como “personas judicializadas por ejercer los derechos a la resistencia y protesta social en octubre del 2019″.

La concesión de un indulto implica el perdón de la pena al reo y la amnistía el olvido del delito. Pero es elemental que en ambos casos, lo menos que puede haber de por medio es el arrepentimiento y la promesa del delincuente de no volver a cometer el delito. En este caso sucede lo contrario. Todos ellos están orgullosos de su conducta. Se declaran perseguidos políticos y, además, promocionan impenitentemente la destrucción de nuestro sistema democrático mediante un “estallido” en el “octubre que volverá”, y los otros, valiéndose de ellos, para desestabilizar al régimen y recuperar el poder perdido.

La amnistía para todos estos hijos del páramo será la prueba de fuego para la nueva mayoría legislativa, que no suma los 92 votos necesarios. Es explicable el interés del correísmo y de Pachakutik de salvar a sus integrantes de la cárcel. Será muy difícil para los líderes y legisladores de los demás partidos políticos e independientes, dar una justificación moral a sus electores y habitantes, de todas las provincias afectadas que padecieron el terror, si sufriendo de una repentina amnesia legislativa –por muy conveniente que sea el pacto político– conceden su amnistía a los que arrasaron y saquearon sus provincias, y pretendieron hacerlo con Guayaquil.

¡Para ellos, ni perdón ni olvido! (O)