Se generaliza la movilización mundial para robustecer la posición de lucha permanente para frenar el avance incontenible del calentamiento planetario, ahora conmovida por los resultados del último informe de la Organización Meteorológica Mundial, OMM, que señala sin ambages, con un nivel de probabilidad del 40%, que se alcanzaría un incremento de temperatura global de 1,5 grados en uno de los cinco próximos años, siguiendo la tendencia del 2020, el más cálido de los tres últimos, en que llegó a 1,2 grados, comparado con los promedios registrados antes de las épocas preindustriales, entre los años 1850 y 1900.

Con el incesante calor, más sensible en las colectividades ecuatoriales, tanto humanas como animales y de plantas cultivadas o silvestres, se profundizan otros indicadores conocidos del cambio ambiental como el aumento del nivel de los mares, real peligro para las ciudades y poblaciones costeras, derretimiento de la cumbres andinas, que pierden rápidamente su nívea corona, causando desequilibrios en el consumo y manejo de aguas de subsistencia que de ellas obtienen, perjudicando el crecimiento de los pueblos que directamente las consumen y de otros que subsisten a costa de su trabajo en la provisión de alimentos.

Los expertos repiten que cada medio grado de alza de calor es fundamental para la vida de las personas, la naturaleza y el planeta, insistiendo en evitar que las terroríficas predicciones, con una posibilidad del 90%, uno de los años del período 2021 al 2025, tendrá un nuevo récord más cálido, superior al vigente del 2016. Esto es un llamado al nuevo gobierno para que revise los modestos compromisos asumidos, que constan en el último documento de Contribuciones a Nivel Nacional (NDC, según las siglas en inglés), que ningún firmante del Acuerdo de París ha honrado a plenitud. Cierto que el país no es un gran contaminante, pero sí es seriamente perjudicado por lo que incumplen otros.

Al régimen le espera una época (2021-2025) muy caliente en lo ambiental, superior a la media de los años 1981 a 2010, que traería problemas de provisión alimentaria, pero también puede transformarse en fortaleza para cultivos comerciales que soportan y hasta mejoran con altas temperaturas, que debieron investigarse con antelación y optimizar a los promisorios, en las dos grandes vertientes; la una, el abastecimiento local de nutrientes; y la otra, destinada a engrosar las exportaciones del sector. El objetivo a perseguir es mantener incólume lo que se conoce como espacio climático seguro o zonas donde se desarrolla el 95% de los sembríos, conjugando tres factores: lluvia, temperatura y aridez.

Ecuador a pesar de su limitada geografía, pero con favorable ubicación equinoccial andina, puede dar grandes clarinadas en la próxima cumbre climática (la COP26), donde se esperaría de él una actitud protagónica, señalando que está en capacidad de seguir proveyendo de alimentos al mundo e incorporándose como nación a la “iniciativa 4 por mil”, de incremento global de materia orgánica de los suelos, adhesión concreta al clamor de “ni un grado más” y mejor homenaje al Día del Medioambiente, celebrado ayer. (O)