No es posible contar con una perspectiva clara del problema del narcotráfico en nuestro país, si no alcanzamos a dimensionar el problema que significa el ser vecinos de Colombia en las actuales circunstancias. Ya no se trata del hecho conocido hace algún tiempo, que nuestro vecino del norte es el principal productor de cocaína en el mundo, sino que adicionalmente en los últimos tres años, el cultivo de la hoja de coca creció de forma vertiginosa, la producción más grande de toda la historia colombiana, de hecho cinco veces más que en la época de Pablo Escobar, con la paradoja de que en enero de este año hubo cero hectáreas erradicadas de acuerdo con la información oficial. En resumen, Colombia es una máquina de producir coca.

¿Por qué produce más cocaína Colombia ahora a pesar de todos los miles de millones de dólares que se han invertido en ese país en la lucha contra el cultivo ilegal? Más allá de cualquier conjetura o explicación, la razón fundamental es que el mundo consume ahora más cocaína, lo que evidencia la presencia de una fuerte demanda que inevitablemente alienta la oferta ilegal, aún más cuando se toman en cuenta las cuantiosas utilidades que deja el tráfico de la cocaína. Con un simple análisis de los números es posible ratificar aquello: en Colombia el kilo de cocaína cuesta alrededor de 1.500 dólares, valor que se incrementa al pasar a suelo ecuatoriano, pues si bien no se cuenta con cifras confirmadas, se calcula que podría llegar a los 3 mil dólares por kilo. Ahora bien, ese mismo kilo de cocaína puesto en un puerto europeo, como por ejemplo, Amberes puede costar entre 60 mil y 80 mil dólares; es decir, las 5 toneladas incautadas el día de ayer en Urdesa podrían costar alrededor de 15 millones de dólares en el país, mientras que en Amberes podrían venderse en 400 millones de dólares.

He ahí una explicación adicional para entender la ferocidad y violencia con la que actúan las bandas para adueñarse de las rutas y puertos de salida en el país. A todo esto sumemos otro factor adicional: de los 32 departamentos en que se divide Colombia, 3 de ellos, Norte de Santander, Nariño y Putumayo concentran más del 60 % de producción de la hoja de coca en Colombia, con el agravante de que tanto Nariño como Putumayo están en la línea limítrofe con nuestro país. Debe resaltarse que en Colombia siempre se ha discutido la ausencia histórica del Estado en esos departamentos fronterizos, lo que ha posibilitado que los grupos criminales actúen casi como en territorio libre. Tumaco, población cercana a Esmeraldas, es posiblemente el ejemplo más claro de aquello, como decía la revista Semana, “el narco mueve casi toda la vida de Tumaco”. Si a esto se suma la permeabilidad de la frontera, es fácil deducir las razones por las cuales resulta tan importante el envío de la cocaína al Ecuador en la hoja de ruta del narcotráfico.

En conclusión: nuestro país enfrenta un desafío criminal inédito en su historia, no solo por su altísimo impacto de violencia y el dinero en juego, sino también por circunstancias geográficas que agravan absolutamente el problema. Sin unidad nacional será imposible dar cara a ese desafío. (O)