Han transcurrido tres de 16 trimestres que le corresponderán al mandato presidencial. Línea de tiempo para formular una evaluación de resultados y ofrecimientos pendientes.

Hay una curva de aprendizaje que se ha venido cumpliendo, naturalmente, en busca de darle identidad al Gobierno luego de una década de populismo autoritario, al que se sumó un cuatrienio de mediocridad. Es el reto que tiene entre manos el presidente Lasso de poner fin al prolongado ciclo de crisis sistémica, agravada por la pandemia COVID-19, para enrumbar al país hacia un nuevo horizonte de crecimiento económico y bienestar.

Aunque hay muchos problemas, el más urgente es el desafío que plantean los carteles de la droga con sus manifestaciones de violencia en las cárceles y de sicariato en las calles. Algo que es totalmente inédito, producto de una situación que se ha venido agravando durante años y que no podrá solucionarse con un llamado a juicio político que busca, inoportunamente, medrar de una desgracia que, por el contrario, debe convocar a la unidad de los partidos y la sociedad, en su conjunto.

Más allá de cualquier duda, la ministra del Interior Alexandra Vela, se está afianzando como una hábil operadora política, ganándole la partida a la oposición en el control del CPCCS, que, al margen de ser un adefesio institucional, tiene a su cargo la delicada selección del contralor, defensor del Pueblo y la renovación parcial del CNE. Entretanto, tres prestigiosos académicos de la UDLA (alma máter de Vela) ocuparon las magistraturas vacantes en la Corte Constitucional, por sorteo, un relevo que generará un nuevo balance en la CC, que ha venido contaminada por el activismo de derechos humanos y ambiental de algunos miembros. En todo caso, movidas de provecho en términos de gobernabilidad.

El acercamiento con China, al más alto nivel, rindió sus frutos al acordar el inicio de la negociación de un acuerdo comercial y a la vez quedar planteado el reclamo por la garantía colateral de petróleo de un tramo de la deuda que fue negociada en condiciones lesivas al interés nacional por el correísmo. Oportunidad además para relanzar la relación bilateral en momentos que la inversión extranjera directa del gigante asiático en Ecuador es de apenas $ 60 millones.

Entretanto, la promulgación del reglamento de aplicación de la Ley de Hidrocarburos brinda facilidades para que Petroecuador pueda consorciarse con empresas privadas y va en línea con el objetivo de duplicar la producción petrolera en siete años. El escenario del alto precio del crudo no puede ser más favorable a esta meta estratégica.

Hacia el final de 2021 se esperó la renovación parcial del equipo de Gobierno que, por lo pronto, se limitó al canciller en un cambio que era previsible. Pero cuando promedia el final del primer año del cuatrienio, es preciso que el presidente evalúe la gestión de todo su Gabinete para decidir con objetividad quiénes han cumplido y los que eventualmente no. El tiempo transcurre inexorable y hay una demanda creciente por resultados tangibles que siguen en espera.

Mantener la confianza de quienes votaron por el cambio se torna crucial. (O)