El Arte de la guerra, de Sun Tzu, y el cuento Alicia en el país de las maravillas, de Charles Dodgson (seudónimo Lewis Carroll), quedan cortos en nuestro Ecuador, ya que se ha desatado una guerra política abierta entre diversas fuerzas que tienen como gran objetivo alcanzar la función de contralor general del Estado (CGE); es increíble ver cómo salen a la luz acuerdos opacos entre los líderes políticos que dicen ser fuerzas amigas de defensa de los intereses del pueblo y fuerzas enemigas, en una danza caótica y de constantes acusaciones.

Estas fuerzas disputan no solo con vehemencia sino también recurriendo al engaño, distracciones y artimañas propias de una lucha o combate, argumentando acciones contra la moral y ética cometidas por sus contendores. Aplican más de lo que Sun Tzu (estratega chino, 544-496 a. C.) expresó: “La milicia es un Tao de engaños, de modo que cuando seas capaz, muestra incapacidad. Cuando seas activo, muestra inactividad. Cuando estés cerca, haz creer que estás lejos. Cuando estés lejos, haz creer que estás cerca. De modo que cuando el enemigo busque ventajas, los atraerás. Cuando se halle confundido, lo conquistarás. Cuando tenga consistencia, prepárate a enfrentarte a él. Cuando sea fuerte, evítalo. Cuando esté airado, acósalo. Atácale cuando no esté preparado. Surge allí donde no te espere”.

Seis inscritos en el concurso de elección del nuevo contralor del Estado, entre ellos, Darwin Seraquive, exsecretario del Consejo de Participación Ciudadana transitorio

El propósito de la disputa es conquistar la posición de poder que tiene el juez de cuentas públicas o CGE, mediante cualquier método, como la guerra política, habilidad manipuladora o esfuerzo generalmente económico, para someter algunos casos al imperio de la impunidad y quebrar la voluntad de los ciudadanos. Al final están conquistando odio.

Cuando está en peligro su dominio, no logran reprimir su cólera y contraatacan violentamente.

Algunos líderes políticos tienen el dominio de la situación política, miran desde la cima alcanzada con el apoyo de incondicionales a los que conocen de qué ‘pata que cojean’, estos ejecutan cualquier acción táctica para que su jefe mantenga el dominio. Cuando está en peligro su dominio, no logran reprimir su cólera y contraatacan violentamente. Ejercen el control sobre sus coidearios y funcionarios públicos afines, mediante presión política, económica, posiblemente física e inclusive influjo psíquico. Patean el tablero cuando sienten que están perdiendo, usando el famoso recurso del ‘amparo constitucional-acción de protección…’ emitido por algún juez cantonal a pedido de cualquier ciudadano, grupo, comunidad que se sienta vulnerado en algún derecho constitucional. En términos de fútbol, ciertos ciudadanos y jueces meten goles según el interés del jefe.

Parece que nos encontramos en el país de las maravillas, similar al cuento de Dodgson (británico, 1832-1898); como Alicia, preguntamos al gatito de Cheshire ¿qué camino deberíamos tomar? Cheshire seguro contestará: “Eso depende mucho del lugar a donde quieras ir. Si no sabes a dónde quieres ir, no importa qué camino sigas”. Entonces, seguiremos sumergiéndonos en la guerra política sin fin, donde la estrategia es el engaño que da ventaja para disputar, conquistar, dominar y ejercer el control del uso de los dineros públicos a través del CGE. ¿Llegaremos a un Estado fallido? (O)