“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho”. (Frase atribuida a Séneca).

Los políticos en servicio público deben priorizar, actuar y comunicar, quien no siga esta simple regla perderá el poco tiempo que la tolerancia ciudadana decida otorgarle.

Ecuador transita un camino espinoso e inseguro. El Gobierno enfrenta una batalla contra la delincuencia común y el crimen organizado. Pero también enfrenta a la clase política, que muestra su afán de ocupar mayor espacio de poder en la Asamblea Nacional y en organismos vitales, como el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, el Consejo Nacional Electoral y el Consejo Nacional de la Judicatura, por mencionar algunos. Lo peor de la vieja política vuelve a la palestra a hacer de las suyas. La voracidad unió a Tirios y Troyanos.

El Gobierno ha sido arrastrado a la batalla por los espacios de poder orgánico del país; empujado a afirmar que la gobernabilidad está en la Asamblea Nacional, sumergiéndose en una disputa por ese espacio y sus secuelas. La oposición, de la que ahora exaliados son parte, plantea cosas tipo El juego del Calamar: solo uno sobrevivirá.

Por alguna razón que no alcanzo a comprender, el Gobierno ha preferido buscar estabilidad en lo meramente político y no en la ciudadanía, barrios, plazas y calles que es donde está, a mi juicio, la verdadera estabilidad y gobernabilidad. ¿De qué sirve tener mayoría en la Asamblea sin apoyo ciudadano?

Este es un año electoral. Las elecciones no se celebrarán sino el próximo, pero es ahora cuando los partidos buscan ocupar espacio, mover sus estructuras y buscar candidatos. El año está marcado por esa agenda y no por otra.

El Gobierno está siendo distraído de su propio plan y se ocupa de lo que le plantea el adversario. Desgastarse en la disputa por la Asamblea Nacional, sin explicarle al país lo que hay detrás de esa maniobra, sin buscar adhesión ciudadana en contra el apetito de la vieja política, es un grave y costoso error.

El panorama es de crisis, siendo objetivos. Lo político afecta la actividad nacional, pone nervioso a los mercados y agentes económicos y, ciertamente, no genera el mejor ambiente para la inversión extranjera.

A esta obviedad se suma la crisis internacional causada por la agresión salvaje de Rusia a Ucrania, que traerá secuela en la economía, pues afecta la economía mundial y particularmente a nuestro sector exportador.

Las cartas están echadas, la oposición, por llamarlos así a quienes están a la caza de la Asamblea, se concentra en jugar un juego en el que el control de ese organismo significa todo: estabilidad y gobernabilidad. El Gobierno decide si juega en el terreno al que lo invitan, o si traslada la disputa al terreno de la ciudadanía.

Es momento de salir de la trampa de lo político, reenfocar el esfuerzo y prestar atención al ciudadano común que espera mejores días.

¿Qué hace el Gobierno por el ciudadano de a pie? Que lo diga bien y claro; es hora de priorizar, hacer y comunicar. (O)