La era petrolera vio el surgimiento de empresas públicas, entre ellas Petroecuador, Flopec, CNEL, CELEC y CNT. El propósito fue modernizar el país evitando que el desarrollo del Ecuador dependa de la conveniencia de empresas multinacionales.

Visto así, parecía una iniciativa ganadora. Pero la experiencia es que las empresas públicas no funcionan como está previsto. En Petroecuador ha faltado una administración estable; hoy ni siquiera tiene gerente general titular. Cuando Petroecuador tomó la operación de Texaco se hizo de una estructura empresarial de primer orden con empleados acostumbrados a rendir. Pero pronto la contaminó y perdió la oportunidad de tener una empresa eficiente.

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Son casi dos años de gobierno y Petroecuador no ha podido sacar ningún proyecto de los que tenía en carpeta: ni la unidad de alta conversión para la refinería ($ 2 mil millones de inversión privada), ni los campos Amistad o Sacha, entre otros. El concurso más avanzado, para aprovechar el gas de las teas de los campos petroleros, se cayó por errores de Petroecuador en el manejo del concurso, lo que dilata una inversión de $ 747 millones.

CNEL no invierte en mantenimiento y ni siquiera paga la energía que recibe de las centrales. Faltan subestaciones de transmisión, los postes de luz y los cables se caen a pedazos, los apagones son de todos los días para consumidores residenciales y campos petroleros por igual. Si eso pasase con un contratista privado, las autoridades lo multarían y advertirían de la cancelación de la concesión.

Las personas mencionadas en la supuesta corrupción en las empresas públicas no tienen inversiones registradas a su nombre ni son accionistas

Una empresa pública es de todos, y por lo tanto, no es de nadie. Muchos empleados se contratan por palanca, no por méritos. Estas empresas eminentemente técnicas tienen exceso de personal administrativo cuando lo que necesitan son profesionales, en particular ingenieros.

O se abre el accionariado conservando el Estado un derecho de veto... o sencillamente se las cierra...

‘Turnaround management’

En la empresa pública no hay incentivos para que un funcionario o empleado rinda. La mejor estrategia es no hacer nada, y así pasar desapercibido. Las mismas personas que brillarían en una empresa privada, son nulas en la pública.

Los sindicatos consiguen condiciones muy superiores a las prevalentes en el sector privado. Hoy 7.339 empleados de CNT, CNEL y CELEC han puesto demandas que le significarían al Estado un gasto extra de $ 223 millones, reporta el portal Primicias. La partida para sueldos de CNEL es igual a su presupuesto de inversión.

En tierra de nadie el justo peca. No pasa un día sin un nuevo escándalo en una empresa pública. En Petroecuador se creó una red de corrupción en que funcionarios a cambio de coimas malbarataban nuestro petróleo. También hay coimas en los contratos de CELEC y en los de Sucre, la aseguradora estatal, en que las empresas públicas aseguradas no han podido cobrar siniestros. La lista es interminable.

El gobierno central, al que siempre le falta la plata, retiene fondos que deberían ir a las empresas públicas para que inviertan, y estas ni siquiera pueden dar mantenimiento a las instalaciones que poseen.

Las empresas públicas no cumplen su objetivo. O se abre el accionariado conservando el Estado un derecho de veto, como tuvo España en Repsol y Telefónica, y se contrata administración profesional, o sencillamente se las cierra y venden los activos. Hay que poner coto a esta situación. (O)