Las serpientes son incomprendidas, muchas veces temidas y casi siempre se ven rodeadas de falsos mitos. Ellas son las encargadas de mantener las poblaciones –de sus presas– saludables, depredando los individuos más frágiles, permitiendo así que los más fuertes y sanos sobrevivan. Las serpientes, de hecho, son aliados de los agricultores, controlando las poblaciones de roedores y demás animalitos que podrían convertirse en plagas. También nos ayudan a combatir diversas enfermedades, ya que en su veneno existen componentes químicos utilizados para hacer fármacos y estudios en el campo de la medicina. Para estos reptiles (los cuales unos son venenosos y otros no), su veneno es muy preciado, debido a que fabricarlo es tan costoso energéticamente que lo último que buscan es malgastarlo en nosotros.

Algunas especies de serpientes son capaces de detectar fuentes de radiación infrarroja. Lo que perciben en infrarrojo y de luz visible se procesa en su cerebro dándoles una perspectiva profunda de su entorno. Ellas siempre están en movimiento. Hace millones de años, las serpientes tenían patas y con los años se fueron acortando hasta dejar en su esqueleto actual dos huesillos pequeños al nivel de la cadera donde alguna vez existieron estas extremidades. Las actuales se arrastran, desplazándose entre hojas caídas, fango, agua, suben a los árboles y se enredan entre sus ramas. Sin embargo, el cuerpo de las serpientes nunca está contaminado: todo les resbala. Su piel cubierta de escamas está siempre brillante y más aún cuando muda, pues las serpientes necesitan ‘cambiar de piel’ para crecer. Cuando su cobertura externa ya no puede contenerla, se desprende para dar lugar a un nuevo ser.

Por sus cualidades y apariencia, muchas civilizaciones consideran las serpientes símbolos sagrados que representan dioses o aspectos de lo divino. Tanto en Ecuador como en México, Egipto o Australia –por nombrar solo algunos lugares– hay historias sobre serpientes emplumadas, serpientes arcoíris o serpientes sabias que son creadoras, protectoras, y enseñan a los hombres acerca de su propia naturaleza. Asimismo, la serpiente que se come su propia cola es una representación universal de los ciclos, lo eterno. Para culturas orientales, la serpiente es energía, es terrestre, pero guarda conexión con lo espiritual. Similarmente, dentro de la cosmovisión andina, Amaru es la serpiente que unifica y lleva los mensajes de la tierra al cielo.

En Ecuador hay más de 200 especies de serpientes, incluyendo la mítica anaconda, endémica de los ríos de Sudamérica. Ver una en estado salvaje sigue siendo uno de mis sueños. Para mí, las serpientes representan solitud, misterio, serenidad, pero con actitud guerrera, listas para atacar si es necesario. He tenido la suerte de trabajar con ellas, y son seres mágicos. Como las serpientes, debemos también quitarnos ciertas coberturas, deshacernos de elementos que impiden nuestro crecimiento. Con este fin de año, recordar la ley de los ciclos como la serpiente que muerde su cola, y así, con una de las plumas de la serpiente emplumada, escribir un nuevo mejor año para nosotros y los que nos rodean. (O)