“Plata o plomo”. Esta famosa expresión atribuida a Pablo Escobar resume el modus operandi de los capos de la droga al momento de lidiar con la policía, los fiscales y los jueces: “acepta nuestros sobornos, o ya verás”.

Ecuador hoy en día es casi indistinguible de la Colombia de Pablo Escobar. Bandas criminales han efectivamente desplazado la autoridad del Estado en varios lugares, sometiendo a la ciudadanía y cimentando su poder con terror. Nuestra nación enfrenta un peligro sin precedente, uno que amenaza con destruir los cimientos de nuestra república para reducirnos a ser esclavos de narcos y mafiosos. Pero la guerra no está perdida. Nuestras fuerzas del orden todavía pueden dar la cara contra la delincuencia y el trabajo realizado por nuestras fuerzas armadas en Esmeraldas en las últimas semanas dan testimonio de que las cosas aún no están decididas. Las fuerzas de la paz y democracia pueden todavía prevalecer.

La delincuencia va ganando

Sin embargo, en esta guerra encarnizada existe un clarísimo punto débil que debemos cubrir con urgencia: nuestro anémico sistema judicial. Y es que de poco o nada sirve que nuestros policías y militares literalmente pongan el pecho a las balas para defendernos si de un plumazo un juez corrompido de quién sabe dónde libera a las cabecillas de las mafias. La reciente liberación de alias Elbi, líder de Los Tiguerones, es solo un ejemplo más de este vergonzoso patrón.

Vivir tras las rejas

Ahora bien, sin ánimo de defender a los jueces responsables de estas barbaridades, lo cierto es que si recordamos la lógica de “plata o plomo” nos damos cuenta de que sus opciones son limitadas. ¿Qué se supone que deba hacer un juez cuando le pongan en frente a un alias Elbi o un alias Fito? ¿De verdad pretendemos que haga un acto heroico y rechace la dádiva? Y he aquí la raíz del problema: en tanto no tengamos un sistema que garantice la seguridad de los jueces y sus familias, no habrá forma de escapar de este círculo vicioso.

Bandas criminales han efectivamente desplazado la autoridad del Estado en varios lugares...

Solucionar este problema es difícil pero no imposible. La tecnología de hoy nos abre posibilidades que simplemente no existían en la Colombia de Pablo Escobar. Aquí una propuesta concreta, la cual ya he mencionado en otra ocasión: crear una división de jueces con competencia exclusiva y excluyente en materias de narcotráfico, sicariato y terrorismo. Que estos jueces también tengan competencia exclusiva para dictar medidas cautelares y los infames habeas corpus. ¿La novedad? Que estos jueces resuelvan estos casos de forma remota desde otros países, donde ellos y sus familiares gocen de protección y la mafia no pueda extorsionarlos. Estos jueces en realidad incluso podrían ni siquiera ser necesariamente ecuatorianos, sino que podrían ser juristas extranjeros de reconocida honestidad, que resuelvan estos casos desde sus respectivos países. Como último recurso, si todo esto no bastare, la tecnología incluso permitiría anonimizarlos, transformándolos en los llamados “jueces sin rostro”.

Ecuador necesita reformas así de radicales para vencer al narcotráfico. El tiempo es corto. ¿Tendrá nuestra clase política el valor y compromiso para ejecutarlas? (O)