Libertad, democracia y ciudadanía se ejercen desde la libre expresión y el derecho a la información. Derecho que, a través del ejercicio del periodismo, acciona la libertad de prensa y el derecho a la palabra. Prensa y palabra hacen posible que un día como hoy celebremos el primer siglo del Diario EL UNIVERSO.

Un siglo de libertad, en el que la expresión es regla y sus límites la excepción. La libertad de expresión es un derecho que refleja la virtud única de pensar al mundo desde nuestra propia perspectiva y de comunicarnos para construir el modelo de sociedad en el cual queremos vivir. Toda nuestra capacidad de pensamiento, individual y colectivo, se potencializa con el derecho a la información, entendida como un bien común. Esta libertad encuentra su riesgo en la censura y la desinformación. Y es su responsabilidad la veracidad y la rectificación.

Un siglo de democracia, de deliberación activa que estimula el libre debate de opiniones e ideas para fortalecer la legitimidad y eficacia del sistema democrático. Su dinamismo vitaliza y desafía un diálogo inclusivo, reflexivo, de calidad y contraste que incorpora los principios de libertad, dignidad e igualdad. La democracia encuentra su riesgo al minimizarla a través del autoritarismo y la autocensura. Y es su responsabilidad garantizar la formación de la opinión pública a partir del acceso a la información, la libre voluntad de la sociedad civil y su capacidad de diálogo.

Un siglo de ciudadanía, que ejerce la libertad de buscar, recibir y difundir información, ideas y opiniones como una herramienta crítica para construir la opinión pública de una sociedad democrática. Un ciudadano activo y habituado a la deliberación, con la capacidad de influencia, control y decisión de lo público: el bien común. Un ciudadano consciente de los límites de su libertad que deben ser respetados y reparados: el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen. La ciudadanía encuentra su riesgo en la indiferencia y pasividad social. Y es su responsabilidad el desarrollo y estímulo de la virtud cívica basada en el respeto.

Libertad, democracia y ciudadanía exigen una condición fundamental para garantizar su calidad y efectividad: la información veraz, transparente y confiable. Es, desde la debida diligencia del periodismo informativo, investigativo y explicativo como la libertad de prensa se convierte en un auténtico servicio social; un derecho y un deber al servicio de la verdad ante los constantes desafíos de la democracia: la retórica del poder y la polarización política. Un compromiso del periodismo profesional que hoy celebramos como ciudadanos y lectores.

No hay un mejor momento para iniciar un nuevo siglo como el actual, en que el periodismo reafirma su valor social junto a un ciudadano comunicador que, a través de un cuestionamiento activo, se integran con valentía, decisión y entrega a la deliberación de ideas y opiniones desde el espacio público físico y digital. Esta fuerza interdependiente entre periodismo y ciudadanía garantiza la sostenibilidad de un sistema democrático, donde la libertad de expresión e información no se agradece, se ejerce. (O)