No hemos sido partidarios de las grandes reuniones internacionales, usualmente instrumentos de consolidación de hegemonías sin beneficio para las naciones en desarrollo, pero la recientemente clausurada el 19 de diciembre pasado en Montreal, denominada COP 15 o Cumbre Mundial sobre la Diversidad Biológica, fue particularmente trascendental para Ecuador, apreciado como país megadiverso poseedor de miles de especies, en gran proporción endémicas o propias del lugar, cuya paulatina extinción por el calentamiento global es necesario evitar.

Al final de un extenuante trabajo, las 196 partes del Convenio de Diversidad Biológica (CDB) suscribieron un nuevo Marco Mundial que tiene como gran objetivo proteger al menos el 30 % de las tierras y aguas marinas hábitat de seres vivos, que en vocabulario coloquial de las Naciones Unidas (ONU) se describe como 30 x 30 hasta el 2030, luego de doce días de intensas negociaciones en los que intervinieron 15.000 delegados de gobiernos, oenegés y academias, establecieron 23 metas que de alcanzarse se lograría la preservación de la biodiversidad hasta ese cabalístico año 2030.

El evento fue presidido por la República Popular China, al principio reacia a abordar la temática que lo convocaba, pero logró finalmente involucrarse con promesas firmes como materializar el financiamiento, aceptándose una significativa movilización de recursos hacia los países en desarrollo de 20.000 millones de dólares anuales hasta el 2025; y de allí, al menos 30.000 millones hasta el 2030 hasta sumar 200.000 millones. De forma contundente y orientada a la ejecutividad, se garantizará a las mujeres y niñas una participación en los beneficios de los planes de conservación.

Se debe aprovechar el flujo de recursos que surgirá como resultado de los pactos internacionales...

El documento contiene términos contundentes y obligatorios, inclinado a favorecer minorías excluidas, observando los derechos de los pueblos indígenas, valorizando sus saberes ancestrales, asignando el lugar que merece y corresponde a la mujer en todos los procesos de conservación ambiental. Para Ecuador es especialmente trascendental por su comprobada calificación de megadiverso en relación a su limitada extensión que, sin embargo, presenta ya una larga lista de especies animales y vegetales en peligro de desaparición.

Es preocupación del más alto nivel político demostrada por el presidente Guillermo Lasso en su primera presentación en la Asamblea Nacional cuando dijo: “Ecuador es el país más compacto y megadiverso del mundo…”, aludiendo a la coexistencia favorable de cuatro esquemas, la Costa marina, la Sierra andina, la selva oriental y las islas Galápagos, honrando las resoluciones internacionales que prescriben los acuerdos climáticos y con mayor fortaleza el presente sobre biodiversidad.

Se debe aprovechar el flujo de recursos que surgirá como resultado de los pactos internacionales, dirigiéndolos a los individuos, vegetales y animales en serio peligro de desaparición, para el efecto se cuenta con muchos y consistentes estudios de variedades, ubicaciones y montos, implantando un prolijo seguimiento y supervisión a cargo de las mismas autoridades que ayer como ahora han proclamado la importancia de la conservación de la rica biodiversidad ecuatoriana. (O)