En nuestra historia hay relatos sobre la muerte en masa causada por una bacteria, virus o parásito; los más mortales: la peste de Justiniano (siglo VI); la peste negra o bubónica entre 1347 y 1353 (siglo XIV), cuya causa permaneció desconocida hasta que los científicos Kitasato y Yersin en 1894 (siglo XIX) descubrieron la bacteria yersinia pestis, que afecta a las ratas y se transmite al hombre por medio de la picadura de la pulga, un parásito; y la gripe española, considerada la primera pandemia, entre 1918-1919 (siglo XX), causada por el virus tipo A, subtipo H1N1.

Los factores comunes que ayudaron a la propagación de la muerte fueron un débil desarrollo científico, inexistencia o frágil sistema de salud pública y sanitario, la movilidad y concentración humana y poca comprensión de las formas de contaminación de gobernantes y población. Las sociedades afectadas se dieron cuenta cuando pasó la epidemia de lo que habían hecho mal.

Hoy estamos dentro de la terrorífica pandemia de la enfermedad COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2; nos preguntamos: ¿qué estamos haciendo mal?, para responder hay que considerar los mismos factores comunes de las epidemias del ejemplo, además, el incremento de los medios de movilidad y gran concentración poblacional en ciudades. Pero aparece un factor que marca diferencia: existen países con mayor inversión en desarrollo científico, salud pública e infraestructura sanitaria, capacidad organizativa y económica; y países poco desarrollados, como el nuestro. Sin duda la sobrevivencia de población de estos dos grupos tendrá un final distinto.

A diario se presentan noticias sobre las acciones contra la pandemia, conocemos casos directos de familiares y amigos que sufren angustia, depresión, impotencia, falta de recursos económicos y muerte (tengo esperanza de no contagiarme). La situación ha descubierto nuestro frágil Estado y gobernabilidad sanitaria, económica y social. El presidente saliente y algunas autoridades de Salud han mentido reiteradamente respecto al plan de vacunación contra el COVID-19, medicinas e infraestructura, afectando a pacientes con otras enfermedades e inclusive vacunas infantiles.

¡Solución!, el Gobierno anunció que enviará a la Asamblea el proyecto Ley Orgánica para la Gestión de Emergencia Sanitaria por Pandemia, para evitar decretos de estado de excepción y que el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) pueda actuar directamente en la crisis pandémica. Puedo apreciar restricción de derechos de movilidad, reunión, privacidad en el hogar, sanciones económicas a quienes no cumplan las disposiciones y más burocracia; medidas que aumentan la presión sobre la población; pero nada dicen de algún proyecto de ley para mejorar el sistema de salud, desarrollar investigación científica e incrementar la infraestructura sanitaria. Presidente, no genere más leyes como si no hubiese suficientes, no responsabilice solo a la indisciplina ciudadana, trate de dar una bocanada de oxígeno al colapsado sistema de salud.

¿Pandemia, qué estamos haciendo mal?, nos corresponde responder liderados por el gobierno entrante, para sobrevivir. (O)