Estamos en medio de una guerra psicológica, en la que es fácil quedarse atrapado.

Entre los muchos problemas que vivimos, logramos enfrentar, evadir, posponer, negociar o resolver, uno de los mayores es la actual situación preelectoral.

Invade las conversaciones de la tienda, del bus, hasta la alcoba, y provoca no pocos silencios y muchos enfrentamientos. Con repercusiones en las relaciones, en el ambiente de trabajo, en las comidas hogareñas, en las charlas del taxi.

Precandidatos presidenciales en Ecuador van en busca de alianzas o coaliciones, figuras que han sido coyunturales y que solo se han dado por intereses políticos

Se hace un primer sondeo para saber qué piensa el interlocutor. Según las respuestas y percepciones se avanza de a poco, esquivando obstáculos hasta territorios conocidos, o de pronto hay que enfrentar obstáculos difíciles de sortear. Quizás esa sea una causa de los errores de las encuestadoras, porque hay un aprendizaje colectivo de ponerse máscaras que gusten a los demás, con tal de no levantar olas. Y cuando se está seguro de que el otro tiene la misma elección, entonces la complicidad los reúne en pequeños grupos, para opinar de lo mismo con igualdad de criterios y bloqueando cualquier razonamiento que introduzca dudas a una certeza tan incierta. Algunas amistades no resisten ese huracán, porque no estamos acostumbrados a escuchar sin juzgar, tratar de comprender antes de actuar y elegir. Y las etiquetas, insultos, invaden y enrarecen conversaciones y redes sociales. El lema parece ser “desacredite a como dé lugar a su adversario considerado enemigo”.

Candidaturas de mujeres

Lamento que ese aprendizaje de apariencias esté invadiendo las capas más humildes de la sociedad, como una manera de sobrevivencia. Porque cambia el alma colectiva de este país habitado antes por gente cordial y acogedora y ahora muchos se han vuelto personas desconfiadas y temerosas de decir abiertamente lo que piensan y sienten. Es como si otros tomaran el control de sus vidas, y dependen de imponderables para hacer realidad sus sueños de formar un hogar, trabajar, educarse. La incertidumbre corroe sus proyectos.

Tenemos colectivamente una variedad de miedos. Hemos agregado el miedo a expresar las opciones políticas. El miedo es un mecanismo de defensa, nos permite sobrevivir. Pero queremos vivir. ¿Serán conscientes los políticos del estrés al que nos conducen?

Tenemos... variedad de miedos. Hemos agregado el miedo a expresar las opciones políticas.

Uno de los deberes del mandatario es permitir y mantener la alegría de la gente. Poder gozar la fiesta de la democracia, esa forma de gobernar representándonos, que hemos elaborado a lo largo de siglos y que nos debe permitir descansar de varias tareas relacionadas con el bien de todos, sabiendo que hay personas cuyo trabajo consiste en eso, porque así lo han querido ellos y nosotros aprobamos sus propuestas y confiamos en su cumplimiento.

Sería bueno que los candidatos, para poder recuperar la confianza de nosotros, su electorado, no solo presenten los binomios, sino también a quiénes serían sus ministros, dado el poco tiempo que tendrán para gobernar. Será una forma novedosa de demostrar que están preparados para trabajar en equipo y sacar adelante el país, devolviéndonos el entusiasmo.

Los políticos, aunque no lo quieran son pedagogos, son imitados en sus acciones y hasta en lenguaje. Esa transparencia ayudaría a la claridad de una elección para recuperar la autoestima colectiva de elegir sin miedos, sin máscaras. (O)