La historia universal nos demuestra con claridad que gobernantes elegidos democráticamente, embriagados de poder y apoyados por la fuerza de las armas, se transformaron en feroces dictadores, generaron guerras mundiales y conflictos internos, causando la muerte y desplazamiento de millones de personas. La palabra revolución ha sido la más usada por estos líderes sombríos, con el supuesto de un profundo cambio político, social y económico; con esa misma suposición se emplea la palabra contrarrevolución; las dos palabras en este sentido son tenebrosas y negativas; pero, está en nosotros darles sentido positivo.

Revoluciones positivas

Revolución positiva, es actuar con valores basados en principios morales, éticos y de trabajo, para contribuir en lograr los objetivos superiores del Estado de seguridad y bienestar; los principios deben regir nuestro pensamiento y conciencia moral para discernir entre lo que está bien o mal. Lo ético es cumplir con la Constitución y contratos sociales, para una diáfana relación humana.

Una revolución educativa, nos llevará al mundo real del conocimiento, para poder apoyar con capacidad los proyectos o emprendimientos públicos y privados, esto conlleva a todo un espectro de profesiones, tecnologías, técnicas, habilidades y destrezas para producir bienes y servicios de calidad; algunos países llamados del primer mundo han recurrido a un sistema “dual “, que es un híbrido entre formación académica y práctica en el campo o industria, integrando lo público y privado para el desarrollo y la producción; por ejemplo graduar un bachiller con una base técnica o de oficio que le permita conseguir empleo y seguir escalando los niveles educativos.

La revolución industrial continua, hoy se habla del capítulo 4.0, enfocada en cuatros ejes: interconectividad, automatización, manejo de gran cantidad de datos en tiempo real y aprendizaje en línea; las personas se integran en organizaciones altamente productivas, sin duda esta revolución es nuestro norte verdadero, debemos enfocarnos en industrializar y transformar nuestra materia prima commodities, esto nos permitirá consumir y exportar la producción.

Sin duda las revoluciones positivas, aunque lentas, tienen como consecuencia un verdadero, duradero y sostenido cambio hacia una seguridad y bienestar en escalada hacia la cima; siempre afianzadas en ciudadanos con valores y actitudes de honestidad, puntualidad, imparcialidad, independencia, confianza, competencia, coherencia, juicio profesional, calidad, firmeza, trabajo en equipo y responsabilidad social que permita un eficiente desempeño.

En conclusión, al presidente electo el 11 de abril, le corresponde ejercer el poder político de acuerdo con lo descrito, debe actuar junto con su equipo de trabajo con ética profesional para cumplir su plan de gobierno con capacidad y dedicación; a nosotros nos corresponde contribuir con los mismos parámetros que exigimos la gobernante.

Nunca más debemos pensar en la posibilidad de elegir gobernantes y grupos que usen la palabra revolución para someter, aprovecharse, perseguir o arruinar al pueblo, inclusive poniendo en grave riesgo al Estado. (O)