En este estado de abandono que vivimos la generalidad de los ecuatorianos ante la pandemia que arrecia, no creamos que no hemos tenido estadistas que ante la desgracia protegieron a los desvalidos arriesgando su propia vida. Luego de haber sido presidente, y como gobernador del Guayas, ante el flagelo de la fiebre amarilla que se desarrolló en Guayaquil de una manera rápida y violenta, Vicente Rocafuerte hizo prodigios para auxiliarla. Pedro Moncayo, el heroico escritor que fundó con otros valientes El Quiteño Libre, dice en su admirable El Ecuador de 1825 a 1875 que “el Gobernador se multiplicó entonces y se transformó en sacerdote, médico y enfermero; asistía a los hospitales para tomar las medidas convenientes a fin de evitar el contagio y contener los estragos de la epidemia, visitaba a los pobres para consolarlos, hacía, en una palabra, todos los oficios que puede hacer un hombre inteligente, caritativo y humanitario”. Todavía no había Pasteur iniciado la era de las vacunas, ni Finlay descubierto que el mosquito transmitía la fiebre amarilla, que frustraba la construcción del canal de Panamá, que permitiría el nacimiento del Ecuador a la vida económica, como señala Benites Vinueza.

Los contagios y las muertes en este mes de marzo han crecido en un 25% en relación con el mismo mes de marzo de hace un año, cuando cundía la pandemia. Mientras tanto, las vacunaciones en otros países se las están practicando a pasmosa velocidad, como en Chile, donde ya se las han administrado a un tercio de la población. Mientras tanto, el presidente ecuatoriano nos hiela la sangre cuando nos revela que no existe un plan para la vacunación. ¿No se dio cuenta antes? ¿No se le ocurrió preguntarle al ministro de Salud sobre los planes de vacunación? ¿Le bastó con saber que habían sido vacunados sus familiares, algunos ministros, los políticos que lo apoyan, sus consocios de los clubes sociales, los periodistas que han usado sus plumas y sus voces como cucharas? ¿Estos volverán a hablar de ética? Aquí cabe la trillada pregunta de Cicerón: “¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia?”. Al menos hemos visto que la fiscal está convocando a algunos privilegiados para preguntarles la razón de que se hayan saltado la cola, mientras el común de los ecuatorianos yace en el abandono. Esta desesperación que vive la ciudadanía por el trato preferencial que reciben los ciudadanos ‘de primera’, los cercanos al poder, tendrá un profundo efecto en las elecciones próximas, lo que parece no ha sido debidamente apreciado por los candidatos. En EL UNIVERSO del sábado 27 de marzo apareció un reportaje de un periodista, supongo que extranjero, Juan Camino, que titula ‘Latinoamérica pasó de la lista de Odebrecht a la lista de vacunados’. Continúa diciendo que a fines de 2016 se revelaba una lista de beneficiarios de sobornos de Odebrecht, ahora hay escándalos por vacunación privilegiada en Argentina, Ecuador…

Parece que nos hemos resignado a contemplar todos los días a un gobierno incapaz de señalar un rumbo, de darle al menos esperanza a una abandonada ciudadanía. Será recordado como la más inútil de las administraciones de la era republicana. (O)