La libertad y la democracia han sido una de las causas más usadas por los movimientos políticos en América para sembrar ideologías y justificar batallas. Todo, siempre, suena lindo. La realidad es otra.

De hecho, por esta contradicción entre resultados y luchas políticas –refiriéndose a América Latina– el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que la región se encuentra en una “trampa de alta desigualdad y bajo crecimiento que funciona como un círculo vicioso”. Por un lado, la evidente concentración de poder que los regímenes sostienen, la violencia política que a partir del siglo XXI se mezcla con la del crimen organizado, sistemas de protección social que no funcionan, y la percepción de malestar social permanente que irremediablemente genera manifestaciones y convoca a la población a elegir políticas paternalistas.

ONU acusa al gobierno de Nicaragua de “crímenes de lesa humanidad” y pide sanciones internacionales

En Nicaragua, por ejemplo, desde 2018 y según el Grupo de Expertos en Derechos Humanos, las violaciones de los derechos se han producido de manera sistemática, se ha perseguido a periodistas, sacerdotes, escritores y a todo ser humano que piense distinto. El régimen de Daniel Ortega no para de silenciar a la oposición, y si para ello requiere ejecutar o disponer se ejecuten torturas físicas y sexuales, arrancamiento de uñas, cargas eléctricas en los genitales y desapariciones forzosas, lo hace sin ningún problema. “El grupo concluyó que el presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo han puesto en práctica estos crímenes, y continúan haciéndolo a la fecha de este reporte”.

Esto no es un tema de izquierda o derecha (...) es un tema de exigir y elegir un mínimo de ética...

¿Y el sueño de la igualdad para todos?

Si asumiéramos la responsabilidad ciudadana de husmear las alertas detrás de cada pequeña o grande conducta política, tal vez no llegaríamos a realidades como las de Nicaragua. Deberíamos ser capaces de advertir de los políticos su deseo de permanecer eternamente en el poder, sus actos de sometimiento a través del poder de las funciones del Estado y el incansable anhelo de silenciar a aquel que pueda develar los orígenes de ciertas fortunas.

Sergio Ramírez Mercado, escritor ecuatoriano

Generalmente, se acercan a aquellos menos favorecidos, les remueven sus heridas y frustraciones por una inalcanzable vida digna, siembran promesas imposibles, lo hacen de manera emotiva, bailando o llorando, o rasgándose las vestiduras, los envuelven con un discurso embrujador que generalmente empieza con un “Nosotros”, tal como lo describe magistralmente el nicaragüense y gran escritor Sergio Ramírez: “Nosotros, compañeros, un nos que elimina cualquier posibilidad de vacilación, duda o apelación, porque es un yo extendido a todos nosotros: el pueblo, los compañeros anónimos, la multitud que se junta en la plaza, las masas, los héroes y mártires que vigilan desde sus tumbas. La gesta histórica de la revolución”.

Esto no es un tema de izquierda o derecha, a pesar de quienes por no saber bailar con zurdos se resbalan enlodando su dignidad, esto es un tema de exigir y elegir un mínimo de ética en las decisiones importantes. Esto es un tema de hombres y mujeres que creemos que todo lo ordinario de la cotidianidad puede resultar extraordinario si nos ajustamos a la institucionalidad democrática. Es cuestión de elegir entre el bien y el mal. (O)