Estamos viviendo una etapa de la humanidad con mucha irracionalidad, debido a la crisis de valores, confinamiento y desempleo que afectan el sano juicio para tomar decisiones acertadas sobre nuestras vidas, salud, familia, nuevos emprendimientos o la administración de negocios y empresas en marcha en tiempos de escasez e incertidumbre.

Entonces, la primera decisión, antes de emprender, es analizar si la idea de negocio prosperará, luego de las etapas de estudio de mercado, prototipo de productos o servicios, incubación, maduración y aceleración. La segunda decisión clave es: cómo establecer una adecuada estructura de capital; esto es, que el emprendedor debe definir cómo financiará su proyecto: con capital semilla propio, financiamiento de terceros; o, vendiendo acciones a un socio estratégico.

Si decide tener socios, la tercera decisión trascendental para el futuro de la empresa es conocer la calidad moral, competencias técnicas, experiencia, solvencia patrimonial del socio y, si él o ella, desea crear valor en el largo plazo para los accionistas, empleados, clientes y la sociedad o, si solamente busca su interés personal en el corto plazo. Por último –pero no menos importante–, contar con un equipo gerencial y empleados competentes y comprometidos.

Es conveniente entrar o estar en industrias con poca competencia, altas barreras de entrada o salida, y no depender de un solo cliente, proveedor o un banco; además, debemos estudiar las condiciones macroeconómicas del país, para arriesgarnos a emprender, a pesar de que vivimos una grave crisis económica local y mundial.

Una vez que decidimos crear la empresa o continuar en el negocio en marcha, debemos tener clara la estructura de capital, esto es, qué proporción de capital/deuda es apropiada y cuánto capital de trabajo es necesario para operar. En nuevos negocios es preferible empezar con capital propio y, al menos cubrir, el 90% de la inversión inicial. Para empresas en marcha, aconsejo una relación máxima 50/50 por ciento entre capital/deuda, que depende también del tipo de negocio y sus necesidades de liquidez; es decir, un supermercado tiene mucha liquidez al vender de contado, pero una fábrica tiene menos al vender a plazo, por lo tanto, necesita más financiamiento bancario de corto plazo.

En el sistema financiero, por sus regulaciones, es imposible el financiamiento de nuevos negocios y se ha complicado el financiamiento para empresas en marcha, especialmente en los sectores más afectados como: construcción, alojamiento y servicios de comida, transporte, educación y comercio e industria.

Muchas empresas en estos segmentos están cerrando o al borde de cierre, y se están perdiendo muchos empleos; por eso, y debido a las nuevas afectaciones a la movilidad por la nueva ola de COVID-19, los gremios empresariales-industriales, transportistas, la academia, trabajadores, el sistema financiero y los Gobiernos, locales y central, deben cooperar para implementar medidas urgentes, para salvar negocios y, por tanto, salvar empleos. En abril 11 tenemos la oportunidad de elegir un líder competente, con experiencia administrativa y que creará nuevas fuentes de empleo. (O)