Un soplo de vida le dará el gobierno Lasso al campo Amistad en el golfo de Guayaquil. Sacará a licitación el bloque 6. Hay empresas interesadas en la exploración, así como en la perforación de otras estructuras en el bloque.

Las autoridades piensan que su producción puede subir de 25 a 500 millones de pies cúbicos diarios.

Con eso se abandona la visión del gobierno anterior, de dar por hecho que en el golfo de Guayaquil solo hay yacimientos importantes de gas del lado peruano, así como la intención –que se mantuvo a inicios de este Gobierno– de comprarle gas por $ 3.200 millones a una empresa importadora y entregarle la infraestructura de gas en El Oro y costa afuera. Ese proyecto lo criticamos acerbamente en el artículo del domingo 13 de febrero.

Ecuador tiene necesidades de gas tanto para la industria cuencana, como para la planta TermoMachala, convertir las plantas termoeléctricas de diésel a gas, y además para incrementar la generación, dado el precario estado de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair cuyo colapso nos puede dejar a oscuras. Por eso es necesario abrirse a las importaciones de manera competitiva y no mediante contratos a dedo como se pretendía. Más razón para buscar gas en el golfo, pues su desarrollo permitiría sustituir a esas importaciones.

El campo Amistad ha tenido una vida accidentada. En noviembre se cumplen 50 años de cuando el gobierno militar anuló el contrato del consorcio Ada que encontró el campo. Decisión desafortunada que dio pauta a una retahíla de intentos fracasados de desarrollarlo. Entre los hitos: Ada pudo demostrar que su sucesora, Northwest, tuvo acceso ilícito a información confidencial; Northwest tuvo que retirarse. Bajo Hurtado, el Estado intentó desarrollarlo directamente, pero se armó un escándalo con el contrato de la plataforma para la perforación con la empresa Permargo. Durante el gobierno de Febres-Cordero, el abogado que adquirió los derechos de Ada los cedió a la multinacional francesa Total, pero el procurador del Estado de la época declaró inconstitucional la inversión privada en petróleo. Más adelante se adjudicó el bloque a la tejana King Ranch que pretendía generar electricidad, pero el monopolio estatal eléctrico negó conceder el permiso para instalar una planta generadora, y la empresa desistió de la concesión.

Recién cuando EDC se hizo cargo del campo vino su desarrollo, explotación, construcción de un gasoducto a tierra firme en El Oro y de la planta eléctrica MachalaPower. Bajo Correa, el gobierno dejó de pagarles por la energía, EDC detuvo sus inversiones y a la postre vendió al Estado y se fue. En manos del Estado la producción fue cuesta abajo.

Hay potencial gasífero en todo el golfo de Guayaquil. Durante el correato PDVSA perforó en Puná, creyó encontrar un gran yacimiento, pero perdió el pozo y se fue. Hubo interés de la chilena Sipec por un bloque entre Amistad y la costa, pero las autoridades se mostraron indiferentes.

¿Hay más gas en Amistad o en sus inmediaciones? Las autoridades piensan que su producción puede subir de 25 a 500 millones de pies cúbicos diarios. Pero lo que más cuenta es que hay empresas privadas que creen igual y están interesadas en hacer inversión de riesgo para encontrar y explotar ese gas. Que salga el concurso, que la ganadora encuentre gas en grandes volúmenes.

No hay mal que dure más de 50 años, ni país que lo resista. (O)