El 13 de abril la NOOA, el Inamhi de EE. UU., anunció la probabilidad de la presencia de El Niño a partir de junio y que duraría hasta el primer trimestre de 2024. Un portal europeo de oficinas meteorológicas anticipa que sería comparable a los de 1982-83 y 1997-98. De darse ese Niño, en sesenta días traería el colapso de una infraestructura deteriorada por las lluvias de abril y la devastación en cultivos que ya sufren los efectos de las inundaciones.

La CAF determinó que los daños producidos por El Niño 1997-98 representaron cerca del 15 % del PIB, la producción perdida 9,5 % del PIB y el capital perdido equivalió al 7 % de la formación bruta de capital fijo. Casi la totalidad de los daños fue en la Costa. Hubo una gran afectación a la salubridad. El alza del nivel del mar y las inundaciones taponaron los sistemas de alcantarillado pluvial, destruyeron los sistemas de captación y potabilización de agua y colapsó el tratamiento de aguas servidas. Los cauces secos se convirtieron en caudalosos ríos, llevándose viviendas imprudentemente asentadas en ellos.

La CAF observa que casi todas las vías de la Costa sufrieron daños considerables. Socavadas las que pasan cerca del mar o ríos. Fueron destruidos 19 puentes y otros 57 presentaron diferentes grados de afectación. En El Niño 82-83, las aguas se llevaron los puentes en las carreteras a la Costa y a Machala. ¿Se habrá reconstruido la infraestructura vial para soportar este tipo de embates, que son recurrentes?

El sector productivo fue el más afectado. Se perdieron miles de hectáreas de arroz, banano, café, cacao, caña de azúcar y soya, murió ganado que no pudo ser evacuado a tiempo. Tierras que recibieron gruesas capas de lodo quedaron inutilizadas para la agricultura. Cayeron las exportaciones y hubo que importar alimentos. La perspectiva de crecimiento económico para 1997 se redujo en 0,8 puntos porcentuales, de 2,0 % a 1,2 %.

Lo que corresponde es que el Gobierno central, prefecturas, municipios y Asamblea colaboren en la preparación para ese embate de la naturaleza. Pero las prefecturas y alcaldías donde no se dio reelección, como es el caso de Guayaquil, están acéfalas. A la Asamblea lo que le interesa es destituir al presidente, aunque suma al país en caos. Y el Gobierno central debe prestar atención a defenderse del intento de defenestración cuando necesita poner todo su esfuerzo en contrarrestar al posible fenómeno.

Mientras El Niño nos despedaza, el país estará inmerso en una crisis política: si hay muerte cruzada, con el Gobierno batallando por ser reelecto. Si destituyen a Lasso, quedaríamos sin dirección y con el correísmo tratando de someter o defenestrar a Borrero para hacerse del control del país. Y si Lasso triunfa en el juicio político, estará acosado por la oposición beligerante en control de los otros poderes del Estado. El CPCCS y el Consejo de la Judicatura seguirán consignas emanadas de Bélgica. Se mantendrá la violencia para crear condiciones de golpe de Estado. El Gobierno tendría que lidiar con un nuevo levantamiento de Iza.

Y nosotros los ciudadanos, azotados por El Niño y acosados por la delincuencia, seremos víctimas casuales de estas ansias de tirar al basurero el mandato de las urnas del 7 de febrero de 2021 y hacerse del poder. ¿O es que la sociedad civil va a reaccionar? (O)