Luego de domesticar animales, durante el periodo neolítico (año 9000 a. C.), el hombre descubrió el ordeño y las varias formas de utilizar y conservar la leche producida a partir de vacas. Desde aquel momento, la leche –de vaca– fue considerada un alimento de excelencia.

Los primeros escritos sobre la leche como alimento provienen de Babilonia. Entre los hebreos, la fortuna se evaluaba por la cantidad de leche producida por sus rebaños. Tener ganado fue símbolo de trabajo y riqueza.

En Ecuador se producen 6,15 millones de litros diarios de leche cruda. Se consumen, anualmente, alrededor de 110 litros por habitante, cantidad menor a los 180 litros recomendados. El déficit en consumo o la producción sin mercado generan una sobreproducción diaria de 2 millones de litros, que significa proveer un vaso de leche a 4,3 millones de niños diariamente.

Tal vez imaginamos grandes fincas, hatos ganaderos y gran cantidad de hacendados, pero no, la producción de leche está en manos de pequeños ganaderos, con 5 a 10 vacas por productor, que representan 40 a 80 litros diarios de leche, es decir, unos 16,80 a 33,60 dólares, en el mejor de los casos.

El sector lechero no va bien hace algún tiempo, existen serios problemas en la comercialización de leche que no es nuevo, sí más profundo, y se suma al desorden productivo y limitada diversificación del sector agropecuario del país. Muchas familias lo pierden todo una y otra vez, en un negocio que se complica con recurrencia. La magnitud de la complejidad de la compra y venta de leche ha llevado a los gobiernos a validar una política de precios de sustentación, como mecanismo de protección para productores. Este precio “fijo” es incumplible durante gran parte del año, no refleja la variación de un mercado saturado y, como está configurado el sector, no va destinado al éxito del productor sino a una mayor dependencia del Estado, que no tiene un plan a la mano.

Orientar, asociarse y promover

La mala racha del sector lechero debió prender las alarmas hace algún tiempo. A mi criterio hay varias razones y salidas para esta compleja situación: una débil o ausente política pública; falta de reordenamiento agropecuario; escasa inversión en mejoramiento genético de hatos y pastos; pobre investigación; limitadas posibilidades de diversificación productiva; crédito ausente; bajo consumo local; suero de leche; falta de apertura a nuevos mercados; plan de nutrición infantil; asistencia técnico-sanitaria existente pero insuficiente, almacenamiento y, por último, el gran talón de Aquiles del sector agropecuario: la falta de capacidad para agremiarse, asociarse o cooperativizarse con éxito.

Al sector agropecuario le urge un reordenamiento, este debería ser impulsado desde el crédito, permitiendo tener acceso a productos que tengan mercado y con mayor utilidad para el productor. La coyuntura actual permite un primer arranque, el Gobierno Nacional puede aprovechar la firma de los nuevos acuerdos comerciales con una rápida implementación de créditos que apuesten a estos nuevos mercados, con esto un segmento de productores podría migrar a una producción más rentable. Espero que pronto el sector agropecuario deje de ser importante y se convierta en una prioridad nacional. (O)