Hace sesenta años, el 22 de enero de 1963, el presidente francés Charles de Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer firmaron el Tratado del Elíseo, que selló la reconciliación entre los dos países que habían luchado en lados opuestos en tres guerras sangrientas, la de 1870, la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

Desde ese momento histórico, Alemania y Francia han ido construyendo una alianza inquebrantable, en todos los ámbitos: Konrad Adenauer y Charles de Gaulle, Valéry Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt, Helmut Kohl y François Mitterrand. En los años que siguieron los dirigentes de ambos países siempre mantuvieron excelentes relaciones, a tal punto de que se habla hoy de “pareja franco-alemana”.

Sin reconciliación entre Francia y Alemania, la construcción europea, que desembocó en 1993 en la actual Unión Europea, no habría ocurrido. La reconciliación fue a la vez la condición y el motivo de los primeros pasos de la construcción europea: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), en 1952, que creó una interdependencia estratégica entre ambos países, y luego la Comunidad Económica Europea (CEE), en 1958.

A lo largo de los años, 21 países europeos se sumaron a los 6 países del inicio para conformar la zona de integración regional más avanzada del mundo, un espacio que hoy demuestra su unidad, por ejemplo, frente a la incalificable invasión rusa a Ucrania.

Sin embargo, no solo se trató de una alianza política, sino también de un acercamiento entre dos pueblos calificados, en la primera mitad del siglo XX, de “enemigos hereditarios”. El Tratado del Elíseo fue un primer impulso hacia una sólida cooperación universitaria, científica y cultural. Entre sus mayores logros constan los colegios franco-alemanes, los institutos culturales franco-alemanes, la cadena de televisión pública binacional Arte, la Oficina Franco-Alemana para la Juventud (OFAJ), el manual escolar de historia binacional y la brigada militar alemano-francesa. Cabe mencionar también los numerosos apadrinamientos e intercambios entre ciudades y liceos.

Esta cooperación no solo se despliega en Europa, sino también a nivel internacional, mediante proyectos bilaterales. En Ecuador, esta cooperación se materializa, por ejemplo, a través del Comité Directivo del Fondo de Bioeconomía que busca definir las actividades prioritarias en este sector.

Además, desde el 2016 los Gobiernos alemán y francés conceden el Premio franco-alemán de los Derechos Humanos a 15 personalidades del mundo, comprometidas a favor de la libertad de expresión, contra la tortura o la violencia de género y la discriminación entre mujeres y hombres. Para la edición 2022, entre estas 15 personas se encuentra una ecuatoriana del pueblo Kichwa de Sarayaku: Patricia Gualinga Montalvo, quien aboga por los derechos territoriales de los pueblos indígenas, frente a la explotación económica.

En este 2023, Alemania y Francia celebran el aniversario de una amistad que se basa en los valores universales de paz, democracia, derechos humanos y en una fuerte cooperación económica, estratégica y cultural, al servicio de una Europa fuerte en el mundo. (O)