En tiempos de ovnis, entran ganas de decirles a los de “inteligencia superior” que beneficien a los ecuatorianos practicando la abducción en la mitad del mundo. Sugerimos cuatro nombres: Correa, Nebot, Iza y Lasso.

Tienen varios defectos, aunque sus seguidores –y ellos mismos– creen en su infalibilidad y perfección. El machismo que raya en la misoginia les es común –al igual que el racismo que comparten–. El narcisismo que padecen es el resultado del poder político y económico que acumularon. Todos han perdido seguidores por sus necedades y egoísmo. Uno de ellos llegó a tener hasta 68 % de aceptación, lejos de agradecer semejante apoyo, se volvió más gritón y agresivo, siguiendo el ejemplo de los mayores del grupo.

Alusiones al color del pelo en el nuevo cruce de insultos entre Guillermo Lasso y Jaime Nebot

La incoherencia es un signo en los cuatro. Llegan a criticar la mansión o viajes de los otros sin ver las propias en su corta vida de producción laboral. O hablan del amor a la Pachamama mientras desarrollan formas de destruir ciudades quemando árboles y llantas con el combustible que exigen subsidiar a los que más tienen.

Son incapaces de reconocer que buena parte de los votos y apoyo que recibieron se debe a que la ciudadanía los considera menos malos que sus contrincantes.

(...) practicando la abducción en la mitad del mundo. Sugerimos cuatro nombres: Correa, Nebot, Iza y Lasso.

Todos se ahogan en sus prejuicios. No solo escogen mantener la ignorancia, sino que a propósito mal educan a quienes les escuchan: hablan contra los años como si ellos fueran eternos jóvenes, critican las apariencias físicas cual seres divinos, y así con todas las condiciones étnicas, socioeconómicas, intelectuales, etc. Sus agresiones son propias de la peor política, aquella que explota el rencor, la grosería y mediocridad en un país destrozado por la corrupción y violencia.

Un ‘paro preventivo’ en contra de los proyectos mineros alistan la Conaie y el Frente Antiminero en sus territorios

De hecho, sus familias y grupos políticos están inundados de tramposos y corruptos, pero ellos fingen no saberlo. Jamás ofrecen disculpas a quienes insultan o a tantos afectados por sus errores o por los ladrones aduladores que los rodean. Es que, si no aprendieron respeto en sus casas, los 50 años posteriores solo los han hecho más patanes e irresponsables.

Probablemente sus coidearios sean los más asustados cuando desaparezcan sus jefes en el viaje intergaláctico. Sin embargo, es factible que sin sus líderes tóxicos empiecen a hacer mejor trabajo en sus comunidades y organizaciones al actuar sin las taras de sus patrones.

Tristemente, el privilegio que estos hombres han tenido de dirigir a mucha gente, tener todo tipo de recursos para hacer un buen trabajo, se diluye como la ilusión de que se eduquen para superar sus propios prejuicios/complejos, que generosamente se retiren.

Qué desperdicio de espacio y tiempo sería que estemos solos en el universo, peor aún que los capaces de viajar por el universo sean más violentos que nosotros. Los ecuatorianos sabemos mucho de desperdicio, sobre todo porque los políticos cuanto más apoyo y recursos tienen, más inflan sus egos y se alejan de hacer lo que sus pueblos merecen: mejorar la calidad de vida, estar a la altura del privilegio de dirigir comunidades, ciudades y el destino de la nación. (O)