“Diario liberal de la mañana” era el eslogan que aparecía bajo el nombre de EL UNIVERSO en la cabecera de este periódico, que cumplirá cien años de circulación ininterrumpida esta semana. Pocas décadas después se retiró esa frase porque la prensa ecuatoriana evolucionó hacia un esquema en el que todos los medios han tratado de posicionarse como independientes, imparciales y pluralistas. Pero ¿no es ese justamente el ideal del liberalismo? Una prensa libre, objetiva y abierta. Lo que era un ideal se había realizado y se sigue realizando en la acción cotidiana.

Este siglo de existencia de EL UNIVERSO está enmarcado entre dos pandemias: la gripe española y el coronavirus. En 1921 el mundo vivía una época turbulenta, poco antes había terminado la Primera Guerra Mundial, iban a comenzar los felices años veinte, la humanidad quería olvidar la peste y la guerra, en días descocados que terminarán en la pesadilla de la crisis económica. De allí a una tragedia peor, la Segunda Guerra Mundial. Esas décadas para el Ecuador no fueron mejores, el colapso de la producción cacaotera dejó al país en la inopia, lo que explica en parte el descalabro militar de 1941. Vamos rápido, que el siglo XX todavía traerá años negros: bomba atómica, Guerra Fría, desastre ambiental... y para el Ecuador, inestabilidad política, dictaduras, corrupción al límite, situados como estamos en un subcontinente que se empeña en no descubrir la razón. Borges, como siempre, nos dejó sin nada que decir cuando escribió: “Le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir”. En todos estos trances EL UNIVERSO sería espectador lúcido y privilegiado, cable tendido del Ecuador al mundo, testigo pero también actor, porque la prensa responsable es protagonista al promover y practicar valores.

El nuevo milenio empezará demostrándonos que los hombres, a pesar de todos los eufemismos jurídicos, seguirán matándose con la misma ferocidad que se masacraban griegos y troyanos. Ha transcurrido la primera quinta parte del siglo XXI toda marcada por el conflicto religioso y cultural que tenía su núcleo caliente en la guerra de Afganistán. Los ecuatorianos tampoco demostramos que el cambio de era nos había transformado. Con el golpe de Estado “de los manteles” saltamos de la sartén caliente de la inestabilidad gubernamental a las brasas de la dictadura más larga y ominosa de la historia nacional, de la que hemos emergido en cenizas. Como en anteriores ocasiones, el Diario EL UNIVERSO se irguió como faro y fortaleza en la defensa de los principios republicanos, porque la neutralidad informativa no implica, en absoluto, tolerancia con las tendencias cuyo propósito es exterminar la prensa y su esencia de libertad y verdad. Se persiguió a muchos medios y muchos periodistas, pero los tribunales venales y funcionarios corruptos se ensañaron particularmente con EL UNIVERSO que, con apoyo de la prensa mundial, se mantuvo firme ante la vileza. “No callaremos, señor presidente”, se le dijo claramente al dictador y tuvo que ceder. Haciendo una paráfrasis de un discurso de Churchill, ahora que EL UNIVERSO cumple cien años, podemos decir que esa fue su hora más gloriosa. (O)