De los creadores de Super Mario llega el nuevo juego de video que tomará al planeta por sorpresa. Topicton es un mundo de irresistible simplicidad: un héroe que viste de camuflaje un día y de camisa el otro –porque sufre de disociación selectiva de identidad– desembarca en las faldas del volcán Pichincha para solucionar una crisis nacional de seguridad mientras un asistente le sirve café con bocaditos. Glup, glup, glup. Por cada taza de café que se toma con la debida agilidad, cae un sicario en Guayaquil. Choc, choc, choc. Por cada bocadito que ingiere, gana una línea de batería en su espada láser.

Debemos estar orgullosos, el Palacio de Carondelet será inmortalizado en esta astuta programación informática que nos lleva de la mano a sumergirnos en las intrigantes redes criminales desde la mismísima Plaza Grande en Quito. El realismo de los gráficos nos permite experimentar de primera mano la adrenalina del héroe de capa amarilla, azul y roja que está convencido de que darle seguridad a una empresa de pinturas se asemeja a manejar un país. Nada lo detiene, cual francotirador eliminará uno a uno a los enemigos del Estado.

Una vez superada el primer nivel de dificultad del juego, eso sí, empezamos a entender a qué nos enfrentamos realmente. ¿Quién posee las claves del rompecabezas político que se debe resolver para abrir una de las indispensables puertas de salida de la crisis? El héroe ya no puede actuar solo por cuenta propia. ¿Cómo se maneja la economía para cumplir con compromisos y acuerdos internacionales de los que dependen tanto pequeños productores como grandes exportadores? El personaje principal, Topicman, se encuentra en una difícil encrucijada.

Afortunadamente, una vez que Topicman ha cumplido con mínimos hitos de tiempo (sobrevivir a como dé lugar los primeros 100 días), el juego le ofrece una oportunidad insólita. Puede crear un personaje adicional para ayudarlo, pero sin capacidades mercenarias, con la capacidad de explorar los diferentes niveles de dificultad pero con otras armas, para ganar puntos donde la intimidación tiene escaso potencial. El problema para Topicman es que este personaje implica su desaparición en un breve espacio de tiempo, es decir, en cuanto lleguen las elecciones presidenciales regulares.

Una puerta alterna del juego, en cambio, nos regresa en el tiempo, antes del advenimiento de Topicman, donde los personajes se ponen de acuerdo para resolver a priori el paisaje social, económico y político del país sin tener que echar bala y así profundizar los niveles de violencia. El nivel de dificultad no es menor que en otros corredores y sótanos, pero admito que aquí el juego es mucho menos emocionante. Los enemigos ya no se doblegan en las afueras de la calle Francisco de Orellana o Montañita, sino en un complejo sistema de narcotráfico internacional que hasta en Holanda tienen dificultad de controlar.

En Topicton, el jugador se enfrenta a una difícil decisión: optar por una gesta moral, más pausada, más sopesada, o por los juegos pirotécnicos con valor puramente simbólico. Aunque Topicman tiene su atractivo, darlo de baja o evitarlo puede ayudar a ganar el juego. (O)