Johanna Cilano y María Isabel Puerta Riera *

@Latinoamérica21

En Latinoamérica gozan de buena salud las posturas que apoyan de modo franco o relativizan las críticas a la agenda del Kremlin. El principal apoyo político a la invasión rusa en la región son los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

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Los Gobiernos de Chile, Argentina y México dudaron al principio en señalar su rechazo a la invasión de Rusia en Ucrania y abogaron por una resolución pacífica. Más recientemente, México y Colombia han planteado una salida negociada al conflicto. Esto ha generado —como cabe esperar— un inmediato rechazo del Gobierno de Ucrania. En el caso de México, la posición de neutralidad del Ejecutivo ha contrastado con las acciones de condena contra la invasión, impulsadas y suscritas por sus representantes ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La posición «pacifista»

Tras los triunfos electorales de Gustavo Petro y Luis Inácio Lula da Silva, se ha vuelto común cierta postura de tintes «pacifistas». Detrás de condenas genéricas a la invasión rusa se ve lo que Armando Chaguaceda ha definido como ambigüedad calculada.

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Aunque Petro esgrime una posición de respeto a la soberanía de los pueblos, también ha mostrado ambigüedad en un momento en el que se espera una posición firme frente a la agresión a la soberanía de Ucrania. Por su parte, Lula está prosiguiendo la posición de «neutralidad» de Brasil, que adoptó el gobierno de Jair Bolsonaro, y recientemente coincidieron en oponerse a que se transfirieran armas a Ucrania y a emitir una condena firme de la agresión de Rusia (al igual que Bolsonaro). Esto, por supuesto, ha sido interpretado como un apoyo tácito a Vladímir Putin.

Diferentes medios de comunicación latinoamericanos —con cercanía a la plataforma comunicacional del Kremlin— continúan siendo aliados fundamentales para el posicionamiento de la versión de Rusia. Las justificaciones esgrimidas por Putin, a través de sus portavoces no oficiales en los medios rusos, revelan la conexión y contribución de medios aliados en Latinoamérica a la estrategia de manipulación de Moscú.

Tras el inicio de la guerra, el principal argumento esgrimido fue el peligro de la ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ante el posible ingreso de Ucrania a este organismo. Posteriormente, esto dio paso a otras justificaciones. Algunas de estas, aun cuando pueden parecer absurdas (como la desnazificación), no han dejado de ser parte de la construcción comunicacional replicada por medios del continente americano. Hemos observado cómo el framing de las noticias coincide con el de los portavoces oficiales rusos, aunque esta no sea la realidad. El problema sigue siendo que el público latinoamericano desconoce la naturaleza e intención de lo que le venden como noticia.

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El público latinoamericano

La influencia rusa se ha profundizado en Latinoamérica. Cuenta, además, con el concurso de medios chinos e iraníes, los que han apoyado el posicionamiento de la narrativa del Kremlin. Esto ha sido clave para ayudar a disminuir la pérdida del alcance por las suspensiones de RT y sus afiliados en algunos espacios mediáticos. Entre los medios oficialistas latinoamericanos que repiten las matrices de sus pares rusos están Telesur y Prensa Latina.

Tal como lo ha señalado el DFRLab del Atlantic Council, RT en Español se encuentra entre los primeros cinco medios con mayor posicionamiento en las redes. Por otro lado, el medio oficialista chino Xinhua se ubica en el segundo lugar entre los medios más consultados en Facebook. RT sigue siendo uno de los medios más consultados en Twitter, después de Infobae y El País, y el sexto en Facebook.

Lo que nos muestran estos indicadores es el consumo y legitimación de máquinas de propaganda entre una audiencia que no distingue la titularidad y agenda del medio ni la naturaleza e intención del mensaje que recibe. Por eso es importante saber que en Latinoamérica hay medios y públicos replicando —sin ser aliados del Kremlin— sus discursos.

Narrativas en las redes

A su vez, las redes sociales de la región son un espacio privilegiado para la difusión de las narrativas prorrusas sobre el conflicto frente al impacto que ha tenido el declive de transmisiones de RT en plataformas tradicionales, así como de las preferencias de las audiencias.

También se observa una tendencia a percibir los contenidos ofrecidos por estas narrativas como confiables. Esto, frente a la disminución de noticias de la guerra en medios occidentales y en los noticieros locales. La estrategia seguida por RT y medios aliados para el posicionamiento de contenidos, así como la utilización de métodos novedosos, caras frescas y periodistas locales de trayectoria crítica con los Gobiernos de turno, parecen favorecer esta tendencia.

En esta situación, los medios de comunicación latinoamericanos se debaten entre una cobertura «neutral» o una que pueda ser interpretada como solidaria con uno de los bloques en conflicto. Ese podría ser el argumento detrás de la justificación sobre la escasa cobertura de medios mexicanos en los que el contexto de la violencia doméstica o «neutralidad» del propio Gobierno mexicano simplifica la necesidad de invertir recursos en una tarea que otros países y medios con mayor infraestructura pueden asumir, entre ellos, los medios vinculados a una de las partes en el conflicto, como RT en la región.

Latinoamérica, ¿terreno fértil para el Kremlin?

Uno de los elementos más frecuentes en la narrativa del Kremlin, y parte de la explicación de su aceptación en América Latina, tiene que ver con un antimperialismo que denuncia la presencia hegemónica de Estados Unidos en la región. Desde esa perspectiva «antimperialista», el apoyo en la región a la invasión rusa y la popularidad de los medios que se perciben contrahegemónicos se interpreta como una reacción lógica, aun cuando precisamente representa una contradicción.

La convergencia de estas posturas ambiguas de los Gobiernos y de colaboración consciente o intencional en la difusión de posturas por parte de medios y audiencias hace que Latinoamérica sea hoy un terreno fértil para el discurso del Kremlin. (O)

*Texto publicado originalmente en Diálogo Político

Johanna Cilano es abogada y politóloga. Doctora en Historia y Estudios Regionales, por FLACSO- México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México e investigadora de posdoctorado en la ENES/UNAM (León, México).

María Isabel Puerta Riera es profesora visitante de Ciencia Política en el Valencia College (Orlando, Florida). Doctora en Ciencias Sociales, por la Universidad de Carabobo (Venezuela). Secretaria de la Sección de Estudios Venezolanos de Latin American Studies Association (LASA).