Para resolver la crisis inminente del IESS hay que tocar una vaca sagrada: el monopolio estatal sobre la seguridad social. Los afiliados sufren las consecuencias de ser los clientes cautivos de un monopolio estatal conocido por la corrupción y el despilfarro.

Un sistema de capitalización individual les da a los trabajadores la libertad para elegir entre distintas instituciones, rompiendo así el monopolio estatal y dándoles una verdadera propiedad sobre sus ahorros.

La migración a este sistema detendría la hemorragia que constituye un creciente déficit actuarial, establecería un vínculo entre los aportes y las pensiones, eliminaría el monopolio estatal, dando paso a una competencia por la gestión de los ahorros de los trabajadores y fomentaría el mercado de capitales del país.

Pugna entre Ejecutivo y Legislativo por el mecanismo de designación del Consejo Directivo del IESS

En noviembre de 1995 el entonces presidente Sixto Durán-Ballén realizó una consulta popular de 11 preguntas, la segunda decía lo siguiente:

¿Debería incorporarse a la Constitución Política una disposición que diga?: Toda persona tiene el derecho a escoger libre y voluntariamente que tanto el régimen de seguridad social, como sus prestaciones y servicios estén a cargo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social o de otra institución pública o privada. El sistema de seguridad social se fundará en los principios de solidaridad y libre competencia.

La propuesta es sencilla: permitir la competencia entre el seguro social estatal y los privados.

En esa pregunta el “Sí” ganó cómodamente frente al “No” en Guayaquil y Guayas y perdió masivamente a nivel nacional.

Un subsidio injusto

Actualmente, lograr un consenso nacional en torno a esta propuesta luce improbable, siendo necesario avanzar mediante una búsqueda descentralizada de soluciones a los problemas nacionales. Uno o varios alcaldes podrían impulsar una consulta popular para descentralizar el IESS y trasladar su competencia a nivel local.

Asimismo, el presidente podría convocar una consulta popular haciendo una pregunta similar a la de 1995 con una variante: que el resultado sea vinculante a nivel cantonal. Esto es, quedaría a disposición de los cantones donde triunfe el “Sí” la competencia de la seguridad social con sus correspondientes activos y pasivos. Los trabajadores podrían entonces migrar sus ahorros al sistema que consideren más conveniente y se procesará la enmienda constitucional requerida.

Supongamos que la propuesta ganara en el municipio de, por ejemplo, Guayaquil. El gobierno central procedería a trasladar la porción de los activos y pasivos del IESS al municipio de Guayaquil. Este desarrollará organismos de regulación y supervisión y procesos de concesiones de hospitales. Asimismo, podría establecer un organismo de supervisión para las administradoras de fondos (AFP) dispuestas a competir por los ahorros de los trabajadores del cantón.

El sistema estatal de reparto heredado por el municipio tendría que seguir existiendo para aquellos que deseen permanecer en ese sistema y para resolver el déficit actuarial.

Los trabajadores jóvenes podrían optar por el nuevo sistema de capitalización individual, estimulando el ahorro y las inversiones.

La propuesta es sencilla: permitir la competencia entre el seguro social estatal –supuestamente justo y solidario— y los privados. Si es tan bueno el estatal, ¿por qué se prohíbe elegir a los afiliados? (O)