Escuchar es una habilidad humana de comunicación clave; quien escucha muestra respeto y generosidad a los demás. Quien escucha no juzga ni enjuicia al otro, al contrario, valora sus ideas, necesidades e intereses. Quien escucha de verdad reconoce las emociones de otros y tiene mesura frente a posturas distintas a la suya. La escucha es poderosa cuando está abierta a quienes piensan diferente, más aún si dicen cosas que no nos gustan; cuando pone énfasis en comprender y en crear vínculos para acordar, colaborar y cocrear. Aprender a escuchar no es fácil, hay que hacer un esfuerzo enorme para quitar el piloto automático, superar el ego y las distracciones; sin embargo, se puede lograr con predisposición y práctica continua.

Llegó el momento de reconsiderar

Las familias se separan, las sociedades se rompen, las personas no prosperan, las empresas pierden oportunidades de negocios y a sus talentos, los gobiernos pierden credibilidad cuando no escuchan. Muchas veces ocurre que los líderes se rodean de personas que solo les dicen lo que quieren escuchar para no ver afectadas sus propias creencias. O también quienes les rodean no les hablan con transparencia para no afectar sus intereses o no conflictuar con ellos. Sin embargo, en el mundo organizacional se vive un cambio cultural; en las empresas ágiles, flexibles y creativas la escucha activa es un valor. Los líderes y los equipos de estas organizaciones tienen claro que al momento de decidir siempre hay que hacerlo en función de lo que se considera es mejor; eso sí, sin dejar de reconocer que las ideas, consejos, sentimientos y necesidades de otros son insumos muy valiosos a ser tomados en cuenta.

En el mundo organizacional se vive un cambio cultural; en las empresas flexibles y creativas la escucha activa es un valor.

La escucha activa en democracia es también un valor fundamental y una palanca para crecer. La voz de los colectivos sociales y políticos ha sido ampliamente escuchada en los diálogos y ha sido incorporada por el Gobierno en sus decisiones; de igual manera la voz del sector productivo del país merece ser escuchada con atención y receptividad por el Gobierno. También esta podría ser más firme y unida para proponer sus proyectos e iniciativas. Es conveniente y oportuno que, al momento de decidir las políticas públicas, sea considerada la voz de las cámaras, gremios, asociaciones; en general, todos aquellos colectivos que crean riqueza en el país, empresarios que arriesgan su patrimonio y trabajan con inteligencia y tenacidad para salir adelante enfrentando la coyuntura y mirando más allá.

Tiempos de crisis, tiempos de oportunidad

Los colectivos empresariales no calientan las calles, no cierran las vías, no vociferan ni hacen paros porque su prioridad, su tiempo y sus valores se centran en el respeto a la libertad y la propiedad, en crear valor para la sociedad, dar empleo, gestionar sus empresas, liderar a sus colaboradores, entre otros. No por ello no debieran ser escuchados y valorados.

Es vital que los colectivos sociales y políticos reconozcan que sin la iniciativa privada y la riqueza que esta genera es imposible sacar el país adelante. Y valoren a quienes con pragmatismo y eficacia enfrentan y solucionan los problemas del mundo competitivo y complejo de hoy. Las consecuencias de no escuchar a los colectivos empresariales sería promover el bienestar sin cuidar la economía de la que dependemos todos. (O)