En la película finlandesa Helene, un hombre le dice a la pintora que se espera que una mujer artista no pinte sobre la guerra y la pobreza. Su madre le recuerda que los hombres comen primero, pero ella no quiere escucharla. Las leonas cazan, mas los leones se invitan primeros al banquete. Que las esposas se sujeten a sus esposos aconsejaba Pablo a los efesios; advertía a los corintios que el hombre era la gloria de Dios y la mujer gloria del varón; y en la carta a Timoteo mandaba que la mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. Como los esclavos, las mujeres griegas de la antigüedad no eran ciudadanas. No obstante, Aspasia dirigía una escuela de retórica. De prostituta la acusaron. Tomás de Aquino enseñaba que la mujer era un defecto de la naturaleza. Sin embargo, Hipatia en Alejandría era matemática, filósofa, maestra, pionera de la ciencia; desafió al poder religioso. Tampoco la perdonaron y fue golpeada, arrastrada, desnudada, descuartizada y sus restos paseados por la ciudad antes de ser quemados.

Así pues, la mujer, como manifestaba August Bebel, fue esclava antes de los esclavos, aunque en el régimen de la comunidad primitiva era el sustento de la economía familiar por dedicarse a cultivar la tierra.

¿Solo ejemplos individuales de heroísmo? No, fueron mujeres las que marcharon a Versalles en la revolución francesa y mujeres las antibelicistas en la Primera Guerra Mundial.

También las leyes las han oprimido. Aún en la segunda mitad del siglo XX en Ecuador, el Código Civil establecía que la mujer debía obediencia al marido, quien podía obligarla a seguirlo al lugar donde trasladara su residencia. Los hijos estaban especialmente sometidos al padre. Era delito que la mujer violara la correspondencia del marido, pero no al revés.

La mujer, pasto pisado: entre 1996 y 2000, en Perú, en el Gobierno de Fujimori, más de 300.000 mujeres pobres fueron esterilizadas forzadamente (también 22.000 varones) para “luchar contra la pobreza”. Los operadores de salud debían esterilizar para recibir sus sueldos. Un delito de lesa humanidad que está siendo juzgado, después de la renuencia cómplice que ha evitado la reparación del daño.

La mujer, pasto pisado: 118 femicidios en nuestro país en el 2020, buena parte en el encierro pandémico; cobardes hombres que viven con el complejo de creerse superiores a las mujeres y aprovechan de su fuerza física para castigarlas cuando no ocupan su puesto. Algunos, víctimas a la vez de angustias, terminan suicidándose. Niñas violadas en Puerto Quito por sus padres y hermanos extraviados. Cuerpos y almas invadidas, una y otra ocasión, de variados modos. ¿Qué otro horror debemos vivir para acometer contra ese perverso molino de viento?

Las mujeres están más desempleadas que los varones y las que trabajan reciben una retribución inferior a ellos, especialmente en el campo, donde solo el 21% cuenta con el seguro social campesino, a pesar de que laboran en mayor número y más tiempo que los hombres. A la mayoría le muerde la miseria.

La mujer no es varona, no proviene del hombre. El 8 de marzo marchará por su dignidad. (O)