Organismos legislativos de la Unión Europea han aprobado una resolución que prohíbe la importación a esa comunidad de productos agroalimentarios o industriales que resulten de la tala de bosques, habiendo seleccionado inicialmente bienes como soja o soya, café, cacao, productos ganaderos, siete en total, que se hayan obtenido o provengan de sembríos realizados en áreas que antes estuvieron ocupadas por árboles, lo cual ha creado un espacio de preocupación entre los agricultores de todo el mundo, muy especialmente a los ubicados en las zonas de antecedentes forestales tropicales, a las que pertenece Ecuador.

Y es que, si examinamos el origen de los productos agropecuarios, todos provienen de zonas montañosas que antes fueron árboles no plantados, reemplazados con siembras de ciclo corto o permanente. Así tuvieron su origen nuestros cafés, bananos, cacaos y muchos más, así como las primeras siembras de maíz y arroz implantadas después de ejecutar la macabra ecuación de deterioro ambiental: socola, tumba, quema y “despaliza”, impartido como principio en centros de estudios superiores de agronomía. La norma prohibitiva, aún no vigente, pero que va en camino de estarlo, regirá para aquellas especies que hayan sido establecidas con posterioridad al 31 de diciembre del 2020, lo cual liberaría a los antiguos cultivos estables ecuatorianos, pero pondría en serio aprieto a otros como los mozos cacaotales de variedades de alta productividad propagados con posterioridad a esa fecha.

En cinco años las exportaciones a la UE crecieron en 21 %, en una balanza positiva para Ecuador

La disposición se fundamenta en la imperiosa necesidad de frenar la destrucción masiva de especies leñosas que ya ha significado la pérdida de 240 millones de hectáreas entre los años 1990 y 2020, tan grande como la propia superficie de Europa que exhibe un 16 % de culpa en la desforestación e impedir la desaparición o degradación de las regiones amazónicas, auténticos pulmones de la humanidad, albergue insigne de biodiversidad, para lo cual los entes de control exigirán que las empresas que operen en el ámbito europeo tendrán que comprobar, con estricta trazabilidad, que no se inscriben en “importaciones de desforestación” como reza el sugestivo eslogan de los promotores de la radical medida, sin duda el costo de esa ratificación será con cargo al exportador.

La UE e importaciones

Preocupa hondamente que por presión de corrientes ambientalistas extremas, la fecha de arranque de la retroactiva medida se mueva hacia atrás para abarcar un mayor universo de cultivos, afeando la noble intención, convirtiéndola en una restricción no arancelaria que entorpecerá el ya tenebroso comercio mundial agropecuario, siempre en detrimento de quienes producen y con gran impacto a la agricultura latinoamericana, fuente de mano de obra y riqueza, despensa de la humanidad.

Coincidimos en la urgencia de poner fin a la destrucción de bosques, definidos como “todo tipo de vegetación donde predominan los árboles”, contabilizando extensiones superiores a media hectárea y altura promedio en su madurez de más de cinco metros, hospedaje de una invalorable biodiversidad, secuestradores de carbono, facilitadores de oasis de felicidad climática y sustento de millones de personas. (O)