¿Sabían que hay una forma de viajar miles de millones de años al pasado? De retroceder a una época en la que los humanos no existían, y aún más atrás: antes de los dinosaurios. ¿Me creerían que en nuestro mundo actual hay cápsulas del tiempo naturales que nos permiten acceder a ecosistemas de película de ciencia ficción? Imagínense por un momento transportarse hace más de 80 o 100 millones de años. El nivel del mar muy elevado y algunos continentes todavía siendo una sola masa de tierra. Volcanes erupcionando por todas partes y grandes cadenas montañosas, como los Himalayas, aún sin existir. Climas extremos con temperaturas mucho más elevadas que las actuales, y los polos sin hielo.

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Nos encontraríamos en un mundo que no reconoceríamos. Yo extrañaría los arrecifes de corales que tenemos hoy en día, ya que los corales modernos aparecieron hace 60 millones de años. Si seguimos viajando hacia el presente veríamos que hace 50 millones de años la Antártida era un paraíso tropical. El nivel del mar era aproximadamente 60 metros más elevado del nivel actual, había palmeras en Alaska, caimanes y tortugas en el Círculo Polar Ártico. Ahora volvamos al presente para estudiar las cápsulas del tiempo que nos permiten realizar estos viajes a través de la historia. Me refiero a los foraminíferos y la tecnología que nos permite viajar en el pasado: los isótopos estables y el espectrómetro de masas. Los foraminíferos son ‘bichitos’ unicelulares similares a las amebas, son microorganismos muy simples. También se les llama amebas acorazadas, porque tienen un tipo de caparazón. Estos bichitos –del tamaño de granos de arena– habitan todos los océanos del planeta desde hace más de 500 millones de años, lo cual los hace los fósiles perfectos.

La ciencia nos permite entender la historia de nuestra tierra, sus orígenes, sus paisajes, sus plantas y animales...

Pensemos en la tabla periódica de los elementos químicos. Los isótopos estables son formas no radiactivas de átomos que no se desgastan a través del tiempo. Pensemos en el oxígeno. Este elemento tiene distintos isótopos: hay oxígeno-16, 17 y 18. Los isótopos están en todo el mundo, pero es su presencia o abundancia la que nos da información sobre distintos ecosistemas, y para poder leer a los isótopos se necesita un espectrómetro de masas, es decir, nuestra máquina del tiempo. Se puede obtener muestras de isótopos de pelo, dientes, músculo, pedazos de coral, fósiles de dinosaurios, de coraza de los foraminíferos, etc. El análisis de los isótopos en estas muestras es lo que dirá cómo eran el clima, las corrientes, la lluvia, la flora, la fauna, la dieta de los organismos, la composición del suelo y del fondo marino hace miles de millones de años.

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Nuestro planeta esconde muchos secretos y archivos de tiempos pasados, a veces en la coraza de un foraminífero, en la corteza de un árbol o en las burbujas de aire atrapadas en núcleos de hielo. La ciencia nos permite entender la historia de nuestra Tierra, sus orígenes, sus paisajes, sus plantas y animales, incluso mucho antes de los humanos. Sin embargo, para poder realmente viajar en el tiempo y transportarnos a estos mundos de ciencia ficción es necesario algo que las cápsulas del tiempo y las máquinas no poseen: nuestra imaginación. (O)