“En cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada”. Theodore Roosevelt.

La política parece absorber al país. La continua disputa política parece haber llegado para quedarse y consumir a aquellos que, por más que traten de alejarse de ella, son atraídos por los continuos enfrentamientos que existen a todo nivel y a toda hora.

En tiempos de crisis es necesario buscar el origen de la misma, lo que se conoce como el gatillo o disparador, para tener un plan de acción acorde al problema y al inevitable rebote poscrisis. Para este análisis debe separarse los dos ámbitos de interés: el político y el ciudadano.

¿Cuánto se puede demorar un proceso de juicio político a un mandatario en Ecuador?

En el ámbito político, era evidente que luego de que el gobierno de Guillermo Lasso dio de baja cualquier tipo de acuerdo multipartidista iba a desatarse un zafarrancho, en efecto, no ha parado de azarar. La oposición ha tomado una postura de guerra contra el Ejecutivo y este, bastante débil y mal articulado, no logra sacar provecho del hastío ciudadano a la clase política.

El desplante político ha tenido su efecto. La Asamblea Nacional parece ser el ring donde las peleas se llevan a cabo; las redes sociales se encienden a favor o en contra del conflicto a conveniencia de la clase política; los actores políticos, que antes eran grandes figuras, parecen desdibujarse al son de los sucesos y en lugar de ser puentes para evitar una crisis más, dinamitan, con su silencio o euforia, cualquier posibilidad de mejora a la situación país. Así también, ciertos actores sociales juegan a la política, poniendo en riesgo no solo la permanencia del Gobierno, sino, inclusive, la seguridad venida a menos en las principales ciudades del Ecuador, en especial en la capital, víctima de la ira y el apetito político de muchos.

En Carondelet se considera que informe que recomienda juicio político al presidente Guillermo Lasso se basa en hechos falsos y las causales son improcedentes

En el otro ámbito, el ciudadano, existe una pobrísima organización civil. Las voces de nuevos líderes son invisibles por las humaradas de polvo que emanan los continuos golpetazos políticos. El muermo ciudadano al quehacer de la política actual es válido, basta con ver las noticias del país que pasan con rapidez de un asesinato o secuestro hacia las voces legislativas que parecen representar a la gran mayoría cuando realmente no representan a casi nadie.

El Gobierno debió saber hace mucho que el respaldo en el ámbito político le iba a ser negado, por lo que debió buscarlo –no se si esté a tiempo– en la ciudadanía. Para lograr adhesión ciudadana, sin embargo, hace falta una agenda social, obra pública y control de lo elemental: salud, educación y seguridad, no hacerlo acrecienta la elevada factura diaria.

El Gobierno tiene sus culpas, la clase política otras tantas, mientras el bienestar del ciudadano siempre es el que está en la mitad. Estas disputas no son nuevas, por años han sido la tónica de nuestra política, solo que la recurrencia de la misma hace que el ciudadano se interese menos en su desenlace. No es el momento de desvincularse de la política, es el momento de formar un criterio propio y tomar acción, finalmente el país no es de los políticos, sino de todos los ecuatorianos. (O)