Recientes atentados con explosivos que afectaron al comando policial distrital de San Lorenzo del Pailón vuelven a encender las alarmas en la frontera norte ecuatoriana, colindante con Colombia. Más miembros de las Fuerzas Armadas fueron desplegados al norte de Esmeraldas para contrarrestar las acciones de los grupos ilegales o de la delincuencia organizada.

La zona de Integración Fronteriza Ecuador-Colombia está compuesta, en el lado norte de Ecuador, por las provincias de Esmeraldas, Carchi, Imbabura y Sucumbíos; y en el lado sur de Colombia, por los departamentos de Nariño y Putumayo. La cotidianidad de su población está signada por desventajas y carencias, en un ambiente impregnado por las actividades ligadas a los grupos armados irregulares.

En un ambiente así la corrupción campea y, al reforzarse los controles, la reacción de los antisociales es el ataque.

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El atentado más reciente con un artefacto explosivo ocurrió la madrugada del viernes 8 de octubre. Días antes hubo uno de menor intensidad.

El 24 de septiembre, militares intervinieron una presunta base de descanso de grupos armados irregulares en el sector Mairongo. Se detuvo a 7 personas, entre ellas cinco extranjeros, y se incautaron 8 escopetas, 2 carabinas, 1 fusil, 1 revólver, 188 municiones, 10 alimentadoras de fusil, 8 granadas, 3 uniformes militares colombianos, 3 radios de comunicación, explosivos artesanales, comida y más pertrechos de uso militar que quedaron en custodia en el cuartel de San Lorenzo.

Estos casos deben atenderse con inteligencia, pues las zonas fronterizas pueden representar amenazas para la seguridad interna de los países. Pero también podrían ofrecer oportunidades de integración y desarrollo. Que ocurra lo uno o lo otro va a depender de la atención que se les confiera, su vigilancia y los planes de desarrollo que se ejecuten de manera conjunta para que los pobladores accedan al desarrollo social y al crecimiento económico, alejándolos de los peligros asociados a quienes operan al margen de la ley. (O)