Guayaquil es una ciudad dinámica cuyo crecimiento urbano horizontal se ve limitado porque ha copado sus áreas limítrofes naturales al estar demarcado su territorio por los ríos Daule y Guayas y ramales del estero Salado. Además posee cerros que impiden el cruce de vías que podrían acortar distancias entre ubicaciones distantes.

En la actualidad, el desarrollo de proyectos inmobiliarios contempla la construcción de edificaciones con departamentos, los que cumplen con mayor eficiencia el aprovechamiento de terrenos y de la infraestructura vial, así como el tendido eléctrico, las redes de agua y alcantarillado, etcétera.

Durante décadas se había posicionado la idea de que el guayaquileño promedio prefería la vivienda unifamiliar en lugar de habitar en condominios. Sin embargo, al crecer la ciudad de manera horizontal, los terrenos se encarecen, se alargan las distancias que deben recorrer los residentes de ciudadelas alejadas para ir y venir a sus lugares de trabajo y de estudio o para realizar gestiones en determinados sectores de la ciudad. Esto redunda en congestión vehicular, que a su vez genera estrés y pérdida de tiempo en los traslados.

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Algunas empresas inmobiliarias han ido desarrollando proyectos de edificios que integran departamentos, oficinas, consultorios, locales comerciales y área social, en zonas de alta plusvalía, los que han recibido acogida. Ahora, el Municipio de Guayaquil, luego de varios proyectos de vivienda horizontal popular, ha dado paso al desarrollo del proyecto Bosques del Norte, de construcción vertical, que en 25 condominios alojará 150 departamentos, a los que se accederá a la altura del kilómetro 16 de la vía a Daule.

El crecimiento poblacional por nacimientos y por la migración interna y externa conlleva la demanda de más viviendas. En Guayaquil existe un déficit de unas 400.000 unidades habitacionales. El desafío es lograr que los nuevos proyectos sean asequibles, funcionales y que propicien que los residentes se cohesionen como comunidad. (O)