En una conferencia de prensa, registrada por el diario El País de España, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha señalado que “esta pandemia está lejos de terminar y con el increíble crecimiento del ómicron a nivel mundial es probable que surjan nuevas variantes, por lo que el seguimiento y la evaluación siguen siendo fundamentales”.

Los técnicos de la OMS hacen un llamado a no desestimar los protocolos de bioseguridad y temen que la afirmación de que los efectos de ómicron son menos graves es engañosa, lo que puede reforzar la idea de que ha pasado el peligro y el riesgo de que se pierdan más vidas.

Si se desestiman los cuidados, cada vez será más difícil reducir la transmisión del virus.

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Estas advertencias hacen más importante que la respuesta y el cuidado sean globales, pues la movilidad entre ciudades, países y continentes es continua y es suficiente conocer que la aplicación de la vacuna es muy desigual en el mundo, pues hay países que han vacunado a más del 80 % de su población, mientras que otros apenas llegan al 2,37 %. La consecuencia de esta desigualdad, que también existe dentro de algunos países y hasta entre distintos barrios de las ciudades, contribuye a mantener el riesgo de contraer COVID–19, algunas de sus variantes o que aparezcan nuevas.

Cada país debe asegurar la disponibilidad de las vacunas para toda su población en las urbes y en los campos pero, además, participar en un esfuerzo conjunto de la comunidad internacional para derrotar esta desigualdad y asegurar la inmunidad de la mayoría de los habitantes de la tierra.

Hay personas que por distintas razones se niegan a vacunarse, pero el Estado tiene el deber de garantizar el derecho a la salud de todos los ciudadanos y esto incluye la prevención, y en este caso, la lucha por la inmunidad para todos. (O)