Este momento de horror criminal constituye una tragedia nacional –al menos 12 asesinatos se registraron el fin de semana en Guayaquil y Durán, incluyendo un niño– y es equiparable a un desastre natural que requiere de unidad y de acción efectiva.

La sociedad continuará proveyendo víctimas y delincuentes y seguirá como espectadora de lamentaciones por un tiempo más, pues la situación actual no se originó de un día para otro. Los correctivos, que deben ser integrales, requieren de colaboración, patriotismo, inteligencia y eficiencia, sin más pérdida de tiempo.

En un comunicado emitido ayer, respecto de la muerte del niño de 11 años ocurrida el domingo en el fuego cruzado entre delincuentes y un policía en el asalto a una heladería, la Gobernación del Guayas lamentaba “profundamente” el hecho, mencionando que es su prioridad combatir la violencia y la delincuencia.

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Para la noche estaba previsto el pronunciamiento del presidente Guillermo Lasso sobre temas de seguridad y paralizaciones.

Más allá de la obligada actuación de las autoridades, es momento de que la ciudadanía revise a quién le dio su voto en las recientes elecciones para cada dignidad, aunque sus candidatos no hayan ganado, y les exija a los líderes de esas tiendas políticas que en este momento de angustia ciudadana se unan para combatir el azote delincuencial, que se conmuevan y depongan las obstrucciones estériles para comenzar en serio el combate a la corrupción en todas las instancias y a la creciente criminalidad.

No sirve de mucho prometer que se tratará de ubicar y detener a los asaltantes, si luego los operadores de justicia no desempeñan su labor con prolijidad y oportunidad, y si después la rehabilitación de los reos sigue siendo fallida, o si no mejoran las condiciones para la inversión y la creación de empleo y un largo etcétera que solo será posible si hay unidad para pensar en la manera más idónea de resolver los problemas del país. (O)