El Consejo Nacional Electoral (CNE) prevé convocar a las elecciones presidenciales anticipadas en Ecuador –como fruto de la muerte cruzada– este 24 de mayo, pero la precampaña está abierta.

Mientras en medios de comunicación se anticipan precandidaturas, quienes aspiran a llegar a Carondelet han iniciado descomedidas declaraciones y en redes sociales se difunde información de todo tipo en contra y a favor de quienes se postularían, quien es Gobierno o lo ha sido en periodos anteriores.

Estos seis precandidatos se perfilan para buscar la Presidencia en las elecciones del 20 de agosto

Los electores son desde ya testigos de lo que se viene: una corta pero agresiva campaña en la que la desinformación es una amenaza y las herramientas de difusión se multiplican.

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El CNE deberá afilar los controles para que la campaña diluida en mensajes de terceros no domine el proceso, aunque en comicios anteriores se ha evidenciado que poco ha podido hacer, inclusive en materia de gastos de campaña en redes sociales, “regalos”, paredes pintadas y más.

Las “aplanadoras” legislativas no solo han servido históricamente para aprobar el proyecto político de los presidentes en Ecuador sino también para “hostigarlos”

Corresponderá a los ciudadanos seleccionar sus canales de información, procurar hacer seguimiento a los postulantes que se inscribirían entre el 4 y 10 de junio, analizar cada una de las propuestas considerando que el elegido presidente de la República completará el periodo para el que fue designado Guillermo Lasso, quien el 17 de mayo pasado activó el artículo 148 de la Constitución y disolvió la Asamblea Nacional. Será un mandatario de transición que podrá ser reelegido en el 2025 en otro proceso.

Es clave que partidos políticos y candidatos actúen con seriedad, ética, transparencia y madurez. Puede parecer iluso pedirlo porque con honrosas excepciones no es lo que ha vivido Ecuador a través de su historia. Mas es un deber exigirlo en medio de una crisis de la que solo se podrá salir con trabajo leal a los electores y no a intereses particulares. La responsabilidad de elegir y ser elegido ahora más que nunca es de enorme trascendencia para la democracia, que no tolera más inestabilidad. (O)