La renuncia del secretario Anticorrupción del Gobierno, Luis Verdesoto, sorprendió ayer. El 21 de enero la Secretaría General de Comunicación de la Presidencia (Segcom) anunció que el 23 de este mes el funcionario presentaría un primer informe de presuntas irregularidades. No especificó si sería de las empresas públicas del sector eléctrico, pero ese fue el reciente encargo que le hizo el presidente Guillermo Lasso tras las publicaciones del medio digital La Posta.

La mañana de ayer se anunció la suspensión de la rueda de prensa y posteriormente se comunicó la renuncia. En la misma Secretaría Anticorrupción se conoció que el informe en cuestión fue entregado al primer mandatario.

La renuncia del académico y profesional no puede dar cabida a las especulaciones. Hubiera sido más saludable que se expliquen los motivos por la delicadeza de su cargo y por el momento político del país. Hubiera sido mejor que Luis Verdesoto presente los resultados y entonces se tomen las decisiones desde la lealtad a sus principios o las exigencias de quien lo designó.

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Está bajo la lupa una denuncia de corrupción que salpica al Gobierno porque el centro fue un alto funcionario: Hernán Luque, expresidente de la Empresa Coordinadora de Empresas Públicas (EMCO).

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El jefe de Estado aclara que el ejercicio de un mal funcionario, que ya no integra las filas del régimen, no implica que la corrupción se haya filtrado a su gobierno. Más allá de las negaciones o reconocimientos, a la ciudadanía le interesa conocer la verdad y que quienes resulten responsables reciban sanción. Que lo va a traer del ‘cogote’ (a Luque) sostuvo en entrevista el domingo; ese mismo día dijo que Luque salió de EMCO por desconfianza, aunque un mes antes en otro espacio periodístico señaló que él había renunciado.

No hay espacio para las contradicciones, no hay espacio para las dudas. Claridad, verdad, que el discurso de lucha contra la corrupción se convierta en realidad, que las denuncias lleguen con pruebas es lo que se espera en un país harto del escándalo y los delitos sin sanción. (O)