Navidad pone de moda los coros, aunque quienes los integran están en constante preparación –los hay para todas las edades, durante todo el año–. Asistir a sus presentaciones, como participar en ellos y promoverlos o patrocinarlos tienen igual nivel de importancia a la hora de lograr que se afiancen y constituyan otra rama de la oferta cultural en las ciudades.

Cantar es bueno. Lo hace quien está feliz o motivado. Tararea una canción o imita el son de un ritmo sin palabras quien evoca algún pasaje fijado en su memoria. También escuchar cantar a otros despierta emociones y sensaciones. Uno de los principales objetivos de cualquier acto de aprendizaje es su utilidad para el presente y futuro, y son muchos los artículos de publicaciones especializadas que tratan sobre los beneficios que aporta hacer música; y, dentro de estos, los beneficios del canto coral.

En España, la Federación de Coros de Navarra ofreció a mediados de año conferencias por toda su comunidad sobre los beneficios de participar en un grupo coral, con el lema “Cantar en un coro aumenta tu calidad de vida: activa tus defensas inmunitarias y genera bienestar emocional”. La fisiología del canto y la activación neuronal y hormonal del cerebro que se producen al cantar y escuchar música fueron el tema principal de las charlas.

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¿Se puede modificar la conducta de una persona que canta en un coro? La acción de hacer música conlleva el valor intrínseco de adquirir un conocimiento que se disfruta, predisponiendo a la persona hacia una actitud determinada que desemboca en un resultado muy apreciado por sí mismo y por los otros que lo perciben.

Varias instituciones, entre ellas universidades, empresas y hasta gobiernos locales cuentan con coros. Al disponer –la generalidad de las personas– de una voz para utilizarla, no solo hablada sino también cantada, resulta práctico promover los coros como herramienta para la mejora de la autoestima, la sociabilización, fomentar la relajación y mejorar el gusto por la estética y la cultura. (O)