En el Valle del Chota existe un importante grupo de pueblos afrodescendientes que vive de la agricultura y realiza sus celebraciones con su música tradicional y ancestral, la bomba. Para danzar este contagioso ritmo, se debe tener un tambor fabricado a mano, también denominado bomba.

Cristóbal Barahona, de 83 años de edad, es considerado el último fabricante de tambores bomba, con saberes ancestrales de los descendientes africanos que viven en el norte de la provincia de Imbabura, a orillas del río Chota. Él asegura que para fabricar uno de estos instrumentos se realiza una clase de ritual.

“Todo es hecho a mano y existe un horario específico para armar la bomba, si no, el sonido no sale y el instrumento no vale”, dijo don Cristóbal, mientras se apoyaba en su bastón y con un caminar pausado se dirigía a su hogar ubicado en la comunidad El Juncal.

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Los implementos para fabricar la bomba son: un tronco hueco de palo de balsa de aproximadamente 30 centímetros de ancho por 40 de alto, cuero de chivo, raíces de una planta endémica de la zona subtropical de Imbabura denominada juanquereme, cabuya y alambre. Aunque las fuerzas de las piernas de don Cristóbal cada día se van debilitando, las manos aún le permiten armar los tambores que han sido distribuidos en diferentes partes del Ecuador y han llegado hasta uno de los museos más grandes del mundo.

Desde marzo pasado, este instrumento se sumó a la colección más grande de instrumentos musicales del mundo en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, donde es una de las piezas más valiosas. Así lo aseguró un grupo de jóvenes residentes en Estados Unidos, denominado Movimiento Cultural Chota Madre, que viabilizó el ingreso al museo.

Don Cristóbal dice sentirse orgulloso de su trabajo, aunque reconoce que con el tiempo las costumbres se van perdiendo. “Antes, cuando nos invitaban a un matrimonio o a un bautizo, nosotros llevábamos nuestros tambores y éramos los encargados de hacer bailar a los invitados. Conforme fueron apareciendo las grabadoras y los equipos de sonido, ya no teníamos oportunidad para cantar. Ahora ya no llevamos las bombas a las fiestas”, dijo.

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Este personaje oriundo del Carchi explica que creció en El Juncal y que por curiosidad aprendió el arte de fabricar los tambores de uno de sus tíos, Pedro Carcelén. “Esta tradición morirá conmigo, porque ninguno de mis nueve hijos ni mis nietos ha aprendido a fabricar las bombas”, anotó don Cristóbal.

Las personas que deseen adquirir uno de estos tambores y aprender a entonarlo solamente deben viajar hasta El Juncal y con una inversión de entre 100 y 200 dólares pueden llevar este arte a su casa

Esta tradición morirá conmigo, porque ninguno de mis nueve hijos ni mis nietos ha aprendido a fabricar las bombas.Cristóbal Barahona, fabricante de tambores bomba