“Un artista muere, pero su obra lo hace inmortal”, expresó Guadalupe García, esposa del pintor Walter Páez, el pasado miércoles en la inauguración de la exposición Obra viva, de Walteiro Páez.

La ceremonia se realizó en el Museo Nahim Isaías, en el que se dieron cita familiares y amigos del artista.

“Hemos reunido 70 cuadros de Walter, que no están a la venta sino que pertenecen a la herencia familiar”, comentó García, sobre la muestra que se mantendrá en el primer piso del museo.

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La idea de la exposición, cuenta, es cumplir con el deseo del pintor de que su taller de grabado continúe.

Hernán Zúñiga, artista y amigo de Páez, recordó los inicios de su trabajo en los años 90. “Su vida fue entregada a la pintura, al dibujo, a la creación de lo hermoso”, manifestó.

Lupe Páez, hija del pintor, mencionó que su padre, a pesar de su enfermedad, se levantaba cada día a “atender a sus hijas, sus obras”. Por ello, a partir de su muerte en octubre pasado, la familia pensó en esta exhibición de sus piezas.

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Una de ellas, denominada En todas partes, fue la más admirada por los presentes. “Se ven bonitos los crucifijos”, dijo Claudia Torres, mientras miraba el cuadro en blanco y negro.

Se trataba de un lienzo pintado con cuatro cristos crucificados en color negro de diferente tamaño, que se repetían de lado derecho del lienzo, en blanco. “Esta es la técnica del grabado que él manejaba a la perfección”, expresó García, quien dirigió el homenaje.

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“Gracias por estar aquí. Los invito a disfrutar de su vida, que aún es palpable en estas muestras”, concluyó.

Walteiro (como lo llamaban sus amigos) nació en Quito y se asentó en un taller de la zona rosa en Guayaquil, donde se radicó desde 1970.

La exposición de su obra estará abierta al público hasta la segunda semana de diciembre en el museo Nahim Isaías (Pichincha entre Aguirre y Clemente Ballén) de martes a viernes de 08:30 a 16:30. (I)