Nuestro planeta ha empeorado su déficit ecológico en este siglo. La necesidad de producir más cantidad de alimento para sostener el aumento de la población mundial ha llevado a convertir grandes extensiones de bosques en zonas agrícolas.

La agricultura a gran escala utiliza una alta cantidad de fertilizantes y pesticidas sintéticos para mejorar la producción y enfrentar plagas, pero estos químicos se filtran en los suelos, contaminándolos y afectando cuerpos de agua, lo que ejerce mayor presión a la naturaleza.

Por eso es fundamental cambiar el modelo de producción y alimentación en el mundo, ya que el actual sistema es insostenible, según expertos.

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Una solución para lograr la conservación y aumento de biodiversidad, el mantenimiento de hábitats, la protección de acuíferos y la conservación del suelo sería aumentar los cultivos orgánicos.

Estos sembríos son exclusivamente naturales, ya que se restringe el uso de aditivos químicos o sustancias que contengan materiales sintéticos, lo que permite la oxigenación y recuperación de los suelos.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en Ecuador, la superficie de labor agropecuaria (cultivos permanentes, transitorios y barbecho, pastos naturales y cultivados) en 2017 fue de 5,46 millones de hectáreas.

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De estas, apenas 46.500 ha pertenecen a la producción orgánica, es decir, apenas un 0,9%, según Agrocalidad.

Cambiar la mentalidad de los productores ecuatorianos para que inviertan en una agricultura sostenible y responsable es el gran desafío del país, asegura el ingeniero Leonardo León, investigador y docente de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

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El especialista sostiene que si bien la producción orgánica de alimentos no alcanza las cifras de un cultivo convencional, estas pérdidas se pueden compensar con las ventas a mercados y nichos específicos.

“En la comunidad europea hay un aumento del cultivo y consumo de productos orgánicos. Allá las perchas están llenas con estos alimentos, cuyos precios son más elevados”.

Los cultivos orgánicos mejoran la calidad de los suelos ya que no se utilizan químicos. Foto: Archivo

Con esto concuerda Rosario Cano, directora adjunta de la empresa española productora de alimentos orgánicos Bio Crisara, y, además sostiene que la conciencia ambiental de los consumidores va creciendo.

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Es triste pensar que actualmente de las frutas y hortalizas producidas en (agricultura) convencional el 46% se tiran y no llegan a la mesa, quizá tirando menos se pueda pagar un 20% más por un producto saludable”, señala.

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Sin embargo, afirma que la idea de producir menos porque es orgánico “es un concepto muy relativo, pues a medio y largo plazo no es así, puesto que la agricultura orgánica respeta los suelos, en cambio, la convencional los explota y desertiza... podremos ir cambiando de tierra y explotándola, pero cuando se acabe no podremos cambiar de planeta”.

León también afirma que los productores deberían invertir en procesos para la rehabilitación de los suelos.

La Espol, a través de su Centro de Investigaciones Biotecnológicas del Ecuador (CIBE), ha desarrollado un biofertilizante para mejorar la calidad de los suelos llamado Biol y que se está aplicando en la rehabilitación de cultivos de cacao en la comunidad Dos Ríos, cantón Taisha, en Morona Santiago.

Personal de la Espol ha capacitado a comuneros de Taisha en Morona Santiago para que utilicen biofertilizantes. Foto: Cortesía

Cano visitará el país para dar una conferencia magistral sobre cultivos orgánicos en el marco del Congreso Internacional de Biotecnología y Biodiversidad y del Foro Internacional del Banano 2018, que se darán entre el 22 y 25 de octubre próximo en la Espol. (I)