Amar y reír debe ser algo incondicional en todas las facetas de la vida, o por lo menos eso es lo que he llegado a pensar luego de conversar con Andrés Gabriel Garzón González, de 56 años, y Héctor Tomás Garzón González, de 59 años. ‘Los hermanos Garzón’, como todos los conocemos, se dan cita en el Teatro Centro Cívico para atender a un equipo de LA REVISTA, y los rincones de este teatro se convierten en testigo de una serie de anécdotas repletas de carcajadas.

Antes de empezar la entrevista almuerzan rápidamente unos submarinos con jugo. La vendedora, una señora de la tercera edad, confunde a Héctor con José Delgado, periodista de la comunidad. Obviamente se ríen hasta más no poder -dicen estar acostumbrados a las confusiones-, y documentan este momento, hasta que la ‘doñita’ recuerda haberlo visto en Mis adorables entenados. “Yo sabía que usted era famoso”, dice ella, sobre los actores que este 2024 celebran 40 años de trayectoria.

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Los hermanos caminan hasta la sala principal para proceder con la entrevista, aquí se saludan con todas las personas. En algunos momentos somos interrumpidos porque alguien quiere tomarse fotos con ellos, y claro, acceden sin problema.

A lo largo de la entrevista se hacen bromas entre ellos, y es inevitable no reírse de sus chistes. Al mismo tiempo desprenden ideas de su próximo show, y todo el tiempo tienen el radar encendido. ”Soy una persona irreverente. A veces pareciera que hubiera mucho caos, pero es el caos de la creación. Cuando te apasiona lo que haces, nunca dejas de hacerlo. Está contigo todo el tiempo, es parte de tu piel, es parte de lo que amas”, declara con mucha pasión Héctor.

Enseguida se prepararan para las fotos, la parte que dice no gustarles mucho, pero no se nota ni un poco.

Admiración mutua

Héctor y Andrés Garzón, actores ecuatorianos. Foto: Francisco Verni Peralta

Héctor describe a su hermano como alguien que lo conecta a la realidad. “Yo soy muy soñador, las ideas van volando por todos lados, y él en cambio va buscando aterrizar lo más que se pueda. En ese sentido a mi me agrada trabajar con él, porque me hace generar lo concreto, lo necesario, y eso es bueno”.

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Andrés, por su lado, lo define como “buen dato” y alegre. “Una de las cosas que a veces yo admiro de él, es esa facilidad de palabra y de llegada que tiene. Él es muy llegadero, yo soy muy parco”, menciona.

Alegan no ser muy familiares, porque no se visitan regularmente. “Seremos medios extraños, a veces extraterrestres, porque no hay como una pasión en ese sentido. El encuentro y la felicidad está en este momento, este momento lo disfrutamos. Podemos pasar una semana sin vernos, nos mandamos un par de mensajes y listo”, expresa Héctor.

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Cómplices de las travesuras

Héctor y Andrés Garzón, actores ecuatorianos. Foto: Francisco Verni Peralta

Una vez terminadas las fotografías para esta edición, nos dirigimos a una salita de ensayo musical para continuar la conversación. Los hermanos agarran unas sillas, se acomodan y comienzan a hablar de su infancia. “Vivíamos en esas casas tipo antiguo, que el piso era de madera, y eran altas, teníamos un patio que era más largo que ancho, y teníamos un grosellero”, recuerda Héctor.

En eso su hermano suelta una risa; recuerda rápidamente todas las travesuras que de niños hacían. “Éramos compiches”, dice el hermano mayor. “Nos saltábamos la ventana que daba a la calle, él me ayudaba a bajar y me ayudaba a subir. Hasta que un día mi madre, se apareció como la visión, y nos rifó las nalgas”, acota.

Recuerdan también cuando un día recogieron a unos gatitos abandonados en una caja. “Nos despacharon con todo y gato, y estábamos muy tristes. A veces me quedo pensando en esa situación”, dice Andrés.

Los hermanos siempre buscaban una manera de divertirse, mientras sus papás trabajaban. “En la casa de madera jugábamos mucho, sacábamos los tablones, y como había un contrapiso, nos metíamos por un hueco y salíamos por otro lado”, cuentra entre risas Héctor, quien era el precursor de todas estas ‘fechorías’.

Ellos crecieron en un barrio de Guayaquil, ubicado en las calles Abel Castillo y Venezuela; cerca -en Gómez Rendón- les quedaba el cine Juan Pueblo, al que acudían casi siempre. “Tenía unas butacas de madera”, recuerdan.

Las horas también la pasaban leyendo toda revista que su madre les traía. “Siempre nos motivó a la lectura, al cine. Nos compraba cualquier cantidad de revistas”, afirma.

El teatro fue la elección

Héctor y Andrés Garzón, actores ecuatorianos. Foto: Francisco Verni Peralta

Los hermanos tenían otros planes para su vida profesional. Andrés iba a ser analistas en sistema, y Héctor médico, como su hermana mayor; pero en su corazón la decisión era otra: las artes escénicas. “Yo dejé la medicina en tercer año y me dediqué a hacer teatro”, refiere Héctor.

Esto no fue mucho del agrado de su mamá, quien siempre buscó la manera de que su Tomasito cambiara de opinión y regrese a los estudios, que tantas alegrías le había dejado por ser un buen estudiante. “Siempre fue gusano de biblioteca. El Héctor es un tipo al que le gusta estudiar, es el nexo que tiene con el personaje de Rosendo. Es un come libros, es alguien a quien le gusta instruirse”, declara Andrés.

“Ella me pidió que hablara con mi hermano, me decía: ‘Se metió en eso de los artistas, y eso no lleva a ningún lado. Los artistas son como las prostitutas, una vez que se les acaba el cuerpo, ya no sirven para nada’”, recuerda el actor que le dijo su mamá.

“Gracias a Dios no tenemos el cuerpo”, acota el propio Héctor, antes de fundirnos en unos largos segundos de carcajadas.

El teatro en Guayaquil

En tanto, Andrés cuenta que en su tiempo quiso ser analista en sistemas. Entró a la Espol para empezar esta carrera, sin imaginar que se encontraría con Oswaldo Segura como instructor de teatro. Hacía teatro los martes y jueves a las 19:00, mientras que los viernes iba a la Plaza San Francisco para ver la obra Andamio, que este mismo actor presentaba con su agrupación. “Hasta que una de esas tardes que estaba mirando la obra, Oswaldo se me acerca y me dice, ‘entra’ y de allí se jodió todo”, cuenta.

Por supuesto, su mamá no estaba de acuerdo con esto, pero esto no fue impedimento para que en el futuro -junto con su papá- se convirtiera en su público fiel, infaltable en las funciones teatrales. “A la larga, cuando entramos a la televisión, se llenaba de orgullo cada vez que le decían ‘sus hijos son los que están en la televisión”, rememoran.

Cuarenta años de amor y humor

Héctor y Andrés Garzón, actores ecuatorianos. Foto: Francisco Verni Peralta

El teatro, la televisión, el cine, y hasta las plataformas digitales han sido los espacios donde han desarrollado su trabajo durante estas cuatro décadas, en donde llegan a una sola conclusión: “La fama no nos ha enseñado nada”, porque el verdadero éxito radica en el trabajo constante. “Son más de cuarenta años en los que hemos trabajado más allá de la fama”, declaran.

Su amor por las artes escénicas surgió de manera genuina, cuando de niños jugaban a hacer interpretaciones en la casa, imaginaban situaciones y creaban sus propias escenas. Recuerdan que su madre tenía los discos de cachos y de Don Evaristo y sus innolvidables ‘Estampas Quiteñas’. “Nosotros nos aprendíamos las estampas, y las recitábamos”, relata Héctor.

Cuando estaba en el colegio, Andrés tuvo la oportunidad de tener una aparición en Cómicos S.A., un programa de Carlos Piechestein, en el que pagaron cien sucres.

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En la Comunidad Cristo Liberador formaron el grupo Purillacta y por un año estuvieron haciendo presentaciones. Luego forman parte del grupo La Mueca con Segura, y después de cinco años montan la obra Me la gané por Diosito santo, a la que le atribuyen el salto a la televisión.

¿La televisión o el teatro?. “La televisión es más fría, te permite equivocarte y volver a empezar. Te permite que te vea mucha más gente en menos tiempo. Pero el teatro es la pasión, es la respuesta inmediata”, responden los hermanos, que confiesan que siguen experimentando nervios antes de subirse al escenario.

Un show para celebrar

Todo esa pasión por las artes, que llevan en sus venas será celebrado el próximo 31 de marzo con su show Amor & humor, con el que prometen sorprender a su público y salir de la rutina, con un formato de “revista matinal”

Esta propuesta reunirá lo mejor de su carrera y sus vivencias, en compañía de los amigos que “los han acompañado durante los últimos años”. Entre los rostros conocidos que invitarán a su show se encuentra Oswaldo Segura, Claudia Gómez, Paola Farías, Don Day, Sofía Caiche, La Vivi Parra, Jazmín ‘La tumbadora’, Stalin Baquerizo, Alejandro Fajardo, entre otros.

“El público se va a divertir. Yo creo que hemos hecho un humor sano, familiar, un humor llegadero. Eso necesitábamos, que el público se encuentre con esa risa, y sepa que la felicidad depende de lo que ellos quieran ser”, declaran los actores que llevarán a escena algunos de los personajes que han marcado sus cuarenta años de trayectoria como Pata pata, Filiberto y Manuco, Pablo y Rosendo, Armando, etc.

Las entradas se venden por Flash Tickets (Mall del Sol), a $10 (Cabezón, Platea alta y platea baja), y $20 (Ñaño Pablo, Luneta). También puede reservar su entrada llamando al 0991280890. El show está previsto para el domingo 31 de marzo a las 17:00, en el Teatro Centro Cívico ‘Eloy Alfaro’. (I)