Si no existe la voluntad de entendernos, dialogar y exponer nuestras razones quizás haya llegado el momento de actuar desde una tercera vía.
Hemos terminado construyendo no una, sino varias sociedades dentro del Ecuador...
La doctrina de seguridad debe basarse en el desarrollo y la prosperidad de todos.
Un nuevo ciclo de confrontaciones se avecina, en tanto los caminos del entendimiento y los acuerdos desaparecen.
El mundo entró en una nueva etapa luego del horror de los ataques con la bomba atómica y las estrategias de la guerra cambiaron drásticamente.
Los ánimos de polarización e inculpación, tan frecuentes en nuestros días, brotan en todos los niveles.
La era de la expansión demográfica sin límites ha concluido.
Las personas que abandonan su tierra por razones económicas van en busca de trabajo y mejores oportunidades para ellos y sus familias.
En la relación humana debe existir coherencia, paciencia, comprensión y solidaridad para generar los cimientos de una coexistencia.
La experiencia y el conocimiento de la historia son instrumentos fundamentales de la gobernanza de una nación y del planeta.
Nuestro objetivo fue fortalecer la gobernanza, enfatizar la supervisión y apoyar el crecimiento estratégico.
Todos estamos conscientes de la necesidad de recursos extranjeros.
Como estrategia para esta negociación bilateral múltiple, es recomendable no ser el primer país que negocia, como tampoco es bueno ser el último.
Este es un paso importante después de catorce años de lucha.
Los ecuatorianos necesitamos tener la capacidad de enfrentar los retos internacionales como el actual, a través del diálogo que nos lleve a acuerdos.
Absortos asistimos a la destrucción de un multilateralismo que nos ha dado 80 años de paz.
Me impactó evidenciar que, para esos estudiantes, la improvisación de los tomadores de decisiones es uno de los peores males que aquejan a las sociedades.
La globalización aparentemente ha terminado y el patrimonio de la fuerza es el imperativo en las relaciones entre las naciones.
Hay que tener conciencia de nación, en este momento de la historia en que estamos cambiando de paradigmas.
Lo cierto es que lo que viene es un tsunami que impactará a nuestros países...
Un planeta en conflicto permanente es lo que estamos dejando a nuestros hijos y nietos.
Hay que liberar las fuerzas de la inteligencia, preparación, experiencia y generar estrategias para superar las adversidades que vienen.
El único antídoto para el desprecio, según Unite, es el tratar al otro con dignidad.
No andemos culpando a nadie, nosotros somos los responsables de esa realidad...
Esta no es la primera y tampoco será la última policrisis que confrontemos.
Es una era que varios analistas han calificado como “el tiempo de la zozobra”.
Tristemente, el ser distinto racialmente, el tener un apellido de otro origen, el tener otra religión, puede provocar violencia en esta espiral de xenofobia.
El mundo pospandémico se debate en una crisis de polarización y división que neutraliza las capacidades y la solución de los problemas universales.
Es un error garrafal el pensar que los otros vendrán a solucionar los problemas del Ecuador sin pedir nada a cambio.
Necesitamos un multilateralismo a la altura de los grandes retos de nuestra época para dar respuestas multidimensionales y coordinadas.