En medio del movimiento constante del Mall del Sol, hay un lugar donde se permite y se alienta romper platos, gritar con fuerza y sudar sin culpa. Se llama Panoramix en su edición Terapia de Stress y no es un spa, por el contrario, es un recorrido pensado para quienes necesitan liberar tensión con algo más que respiraciones profundas.
La experiencia, disponible por tres meses desde abril, es apta para mayores de 12 años, tiene un costo de $ 10, y se recorre según la preferencia del usuario, aunque la recomendación sería disfrutar del viaje en compañía de personas de confianza.
Antes de entrar, el visitante recibe su atuendo de seguridad, el cual consiste de un traje blanco, guantes y casco. El cabello debe ir recogido y los zapatos, cerrados, pero sobre todo hay que estar dispuesto a moverse y sudar.
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El recorrido inicia en la Estación Urbana, un pasillo con muros grafiteables, donde cada quien puede expresarse con pintura en aerosol, el dibujo que desee, desde su creatividad. Luego, marcador en mano, se escribe una frase propia. No hay filtros: lo que salga, vale. Tras un pequeño baile que rompe el hielo, el grupo avanza, para aquellos introvertidos, puede ser un simple movimiento de cabeza y ya estará fuera.
La siguiente parada es la Sala del Grito, aquí no se pide silencio. Se mide el volumen de tu desahogo con un sonómetro en un cuarto insonorizado. Nadie juzga, quien más grita, gana. Y si aún queda algo por soltar, espera el Cuarto de Destrucción, en donde te darán un plato, en el que puedes escribir lo que se quiere soltar, ya sea un recuerdo, un sentimiento, un nombre. Este se lanza con fuerza sobre una zona señalada y según la guía, con ese sonido el mal que te hizo daño, se va.
Luego viene la parte física, con una botella en mano, palo de béisbol, y el permiso para romper, con toda la fuerza que tenga en su cuerpo, una botella. Todo se hace con protección y bajo indicaciones estrictas del personal a cargo.
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Más adelante llega el turno de los globos de pintura. En la Guerra de Pintura se lanza a una pared decorada con siluetas humanas, apuntando a la cabeza. Si alguien tiene un enemigo en mente, este es el momento de canalizarlo, puedes hacer competencia con tu grupo de amigos y ver quién de todos tiene mejor puntería.
De allí, se entra al Smash Room, ambientado como una oficina abandonada, donde se pueden destrozar teclados y otros objetos laborales. Hay que estar listo para sudar; la actividad exige más energía de lo que parece, te proporcionaran un mazo e instrucciones claras de como proceder en la actividad.
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El tramo final tiene dos estaciones intensas, el Knock out al estrés, donde los asistentes se enfrentan a una guerra de almohadas sin zapatos, y una zona de boxeo. Aquí se enseña a vendarse bien y golpear sin lesionarse. Es importante saber que no hay obligación de participar en todo, pero sí vale la pena probar.
Durante los traslados, hay puntos de descanso y spots visuales pensados para tomarse fotos. Alas de mariposa, un columpio y varios efectos espejo marcan el intermedio antes del cierre. La última parada es La última y nos vamos, a la que se accede por un túnel inflable que simula una lavadora. Allí, se entra a una sala de karaoke decorada con productos de limpieza ficticios cuyos nombres parodian desamores y penas. Entre risas y letras, el cierre llega más ligero.
Si estás muy cansado, al inicio del local hay una esquina donde se puede comprar mochis helados, jugos y galletas caseras.
Quien decida visitar Panoramix debe llevar ropa cómoda, algo de disposición al juego y ganas reales de soltar lo que pesa. Lo demás se resuelve en el camino, con la experiencia de las actividades adentro. A pesar de que no es una solución total, sí es un espacio controlado donde está permitido sacar el estrés sin consecuencias. (E)
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