Fasinarm, organización guayaquileña que vela por el derecho a la inclusión de niños, jóvenes y adultos con discapacidad intelectual, cumplirá 52 años de servicios en abril próximo. Su fundadora Marcia Gilbert de Babra dirige el proceso de transición del comité ejecutivo que ella preside, sin que esto signifique que se desligue de la institución, ya que anhela seguir trabajando, comenta, en la medida de sus posibilidades, convencida de que “la ley de la vida” ha hecho que compañeras que estuvieron junto a ella de 1966 en adelante hayan fallecido, estén enfermas o ya jubiladas.

“Esto ha sido entrega de vida, no queremos que esto muera”, dice la fundadora de Fasinarm y expone: “Queremos que sobreviva con la calidez y mística actual para seguir sirviendo a niños, jóvenes y adultos con discapacidad intelectual, y a sus familias”. Agrega el anhelo de que la institución “siga siendo referente y un modelo que estimule a otras organizaciones”.

Fasinarm, situada en la avenida Miguel H. Alcívar (ciudadela Kennedy), presta servicios hoy a unos 250 niños, que se suman a cientos atendidos en cinco décadas. Tiene un grupo de voluntarios para actividades que permitan recaudar fondos, entre otros roles. También hay una nómina de ciudadanos prestantes o que aportan dinero para la gestión social. Los padres con hijos en Fasinarm también asumen un coste.

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“Queremos seguir apoyando a que la sociedad se abra y sea inclusiva, que no rechace ni segregue a la persona con discapacidad”, dice Marcia Gilbert.

Explica que en Fasinarm, el comité ejecutivo está en el nivel intermedio. “Es el vínculo entre directorio y personal de planta”, y desmenuza: “Está la gente de base, los que trabajan con niños: maestros, pedagogos, psicólogos y trabajadores sociales. El directorio es el que se encarga de sumar ciudadanos prestantes; del grupo de voluntariado, de nombrar socios jóvenes”.

Ya hay nombres en el comité en formación: Laura María Noboa, Martha Trujillo, María Auxiliadora Avellán y Adriana Valle. Marcia Gilbert comenta que ese grupo es diferente al de los inicios de Fasinarm porque “todas son profesionales”.

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Evoca que empezó con dos docentes: Martha Salvatierra (jubilada) y Anita Garcés (+). Y nombra a Blanca Guarderas (+), María Leonor Guarderas, María Isabel Cueto y Rocío Lecaro como las compañeras que ayudaron en la creación de Fasinarm.

Y prosigue mencionando a María Isabel Baquerizo de Noboa (mamá de Laura María) y a Yolanda Pinto de Blum (+), como las primeras mamás que llegaron con hijos a la escuela de Fasinarm. Ellas luego formaron el grupo de voluntariado.

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Marcia Gilbert, quien va a Fasinarm cada semana, piensa quedarse como presidenta honoraria del comité ejecutivo. “Si me perpetuo en el cargo, impido que otra gente entre, asuma, lo haga el plan de su vida y vaya cogiendo experiencia. Entonces tengo que irme retirando”, dice la educadora, que como tal impulsó la creación de la Universidad Casa Grande. Fue rectora hasta el 2015. (I)

A Fasinarm no se deja nunca (...), yo me quedo como directora honoraria (...), trabajando hasta el día que me lleven al Parque de la Paz, en la medida de mis posibilidades.Marcia Gilbert, fundadora de Fasinarm